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Actualizado: 20 de julio de 2025
Clarence King, son menos razonables aún que las de Draper; pero como llevan el propósito de excitar en los Estados Unidos el odio y el desprecio contra España y de favorecer á los rebeldes de Cuba, auxiliándolos y declarándolos beligerantes, creo que algo conviene decir contestando al Sr.
Y es la tercera que, lejos de destruir los cristianos españoles la ciencia mucha ó poca de los españoles muslimes, la protegieron, la fomentaron, se aprovecharon de ella y la difundieron por toda Europa. En este punto, más que en ningún otro, la acusación de Draper no puede menos de atribuirse á mala fe, á ligereza ó á supina ignorancia.
Saltemos ahora de la llamada civilización oriental á la occidental, que, según Draper, también hemos destruido. Esta civilización, que Draper afirma que era superior á la civilización española del siglo XV, es la americana precolombina. Imposible parece que se diga de buena fe tamaño disparate. ¡Qué diantre de civilización había en América antes de su descubrimiento!
Llamemos ahora, para acomodarnos á la manera vulgar de expresarse, ciencia arábigo-judaica á toda esta ciencia que floreció en España entre los españoles que siguieron la ley de Moisés ó la ley de Mahoma. ¿Qué fundamento hay para asegurar, como asegura Draper, que los cristianos españoles la destruyeron?
Clarence King, aunque la defensa que haga yo de España sea ligera, desenfadada y de broma, ya que el articulo del Sr. Clarence King no merece refutación más seria y detenida. Lo que diga yo sobre él será como remate y complemento de la impugnación que la salida de tono y los anatemas de Draper contra España me han inspirado. Empezando ahora por contestar á la acusación que nos dirige el Sr.
Tendría esto además la ventaja de que los politicians extraviados y los senadores farwestinos y cincinatescos, al vernos en tan buena compañía, arrojasen de sus cerebros el feísimo y bellaco concepto que los sabios y catedráticos yankees les han hecho formar de España, considerándola, por su afición á las corridas de toros y al Santo Oficio, Nación Calígula-Torquemada, como la llama Clarence King, y, por haber destruido, según Draper, no sé cuántas civilizaciones, podrido esqueleto entre las naciones vivas y prueba terrible de la justicia de Dios, que no quiere dejar sin ejemplar castigo nuestras ferocidades y nuestros crímenes.
Largo es, muy largo, el capítulo de culpas que Draper nos echa á cuestas; pero las dos culpas más enormes, son las de haber destruido por completo, ó casi por completo, dos civilizaciones; la oriental y la occidental. La primera de estas dos acusaciones no es tan ridicula como la segunda, de que hablaremos después, mas no por eso es menos falsa.
Sólo Guillermo Draper ha dicho más ferocidades contra España y ha mostrado más profundo aborrecimiento contra nosotros que el que podrían atesorar todos los españoles juntos, si se decidiesen á denigrar, á escarnecer y á insultar á los anglo americanos.
En los Estados Unidos escriben hoy muchos para denigrarnos como Draper escribía, siendo lo más gracioso que todo lo que dicen contra nosotros es con el fin de ensalzar á los cubanos y de afirmar que deben ser independientes y libres. Acaso el más feroz de estos escritores anti-españoles sea un cierto Sr.
Las tremendas acusaciones de Draper contra España están puestas en su libro con mero intento teórico, á fin de que en su ramplona filosofía de la historia figuremos nosotros como un pueblo precito, y á fin de que, en el drama cuya acción es el desenvolvimiento de la inteligencia humana y el paso de la edad de la fe á la edad de la razón, haga España el papel más odioso.
Palabra del Dia
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