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Actualizado: 11 de junio de 2025
Su embriaguez en los primeros días rayó en locura. Venturita era, por su belleza singular, por la expresión lánguida y voluptuosa de sus ojos, por la tendencia invencible al descanso, una verdadera odalisca. Pero no como éstas solamente un animal hermoso, sino animada por ingenio chispeante, que desbordaba a cada momento en graciosos equívocos y felices ocurrencias.
Nadie sabía de qué vivía: suponíansele algunas rentas. Frecuentaba todos los salones de algún viso de la corte y se sentaba a las mesas mejor provistas. Sus títulos para ello eran los de pasar por hombre de animada y chispeante conversación, ingenioso y agradable.
Pero habían sido tan hábilmente dispuestos que conociéndolos ahora, viéndolos, por decirlo así, funcionar, se preguntaba cómo hubiera podido escapar de ellos y si lograría aún coger á los culpables. Á este pensamiento levantó repentinamente la cabeza y rojo de cólera y con la mirada chispeante, preguntó: Pero, en fin, ¿quién ha cometido esa acción espantosa?
Conserva, como antes de habitario yo, toda la parte alta del molino con una entrada por el tejado; yo me reservo la planta baja, una piececita enjalbegada con cal, con la bóveda rebajada como el refectorio de un convento. Desde ella escribo con la puerta abierta de par en par, y un sol espléndido. Un hermoso bosque de pinos, chispeante de luces, se extiende ante mí hasta el pie del repecho.
En la titulada Marcela ó á cuál de los tres, por ejemplo, la más aplaudida y popular, toda la acción consiste en las pretensiones amorosas de tres amantes á la mano de una viuda joven y lista, distinguiéndose cada uno de ellos por sus debilidades y ridiculeces especiales, y siendo rechazados todos tres al fin de la jornada; pero los varios giros, que el poeta imprime á este plan tan sencillo; las combinaciones variadas, á que da nacimiento, tan ingeniosas y desemejantes; la pintura de caracteres, hecha con tanta verdad como naturalidad; el ingenio y la ironía que lo llena, y su diálogo chispeante, acompañado de versos excelentes, le prestan tal encanto, que jamás hemos asistido á su representación sin ser testigos del entusiasmo general de los espectadores, y de los aplausos con que lo saludan, mayores y más repetidos de escena en escena.
A hacer entretenida y agradable la lectura de El Diablo Cojuelo contribuyen con lo ingenioso de la invención la interesante variedad de las escenas, la soltura y viveza del diálogo, y, especialmente, el chispeante gracejo de Vélez de Guevara. En cambio, la elocución suele ser descuidadilla, entre otras cosas, por la excesiva abundancia de gerundios.
Seres que ya sólo en el recuerdo de esta anciana continuaban perdurando y que se desvanecerían para siempre cuando ella bajara a la tumba. Y era un curioso contraste, después de la chispeante y sonora conversación de José Luis, el modo apacible, lento, con que la abuelita contaba las cosas de su tiempo.
De todos modos manifestó aquél sonriendo de nuevo ¡hasta luego! ¡Se supone! Ya tienes en la lumbrada quien te aguarde, grandísimo zorro exclamó el chispeante Celso metiéndole el palo por el vientre á guisa de caricia. La lumbrada. Cuando los diputados llegaron á Entralgo, el sol había traspuesto ya las colinas por el lado de Canzana. Reinaba extraña y gozosa animación en el lugar.
De Octavio Rodríguez á la condesa de Trevia. SERÁ forzoso, pues, que sucumba? ¿El cáliz de la vida habrá agotado para mí su licor dulce y chispeante? ¿No he de apurar ya más que sus heces amargas?
A mí tampoco me contraría, señorita, se lo aseguro a usted. Este chispeante diálogo, que parecía hacer las delicias de la candorosa institutriz, en aquellos lugares presente, fue interrumpido por la súbita y bulliciosa irrupción de dos o tres jóvenes amigas que invadieron el saloncito de Mariana.
Palabra del Dia
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