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Actualizado: 17 de julio de 2025
Hemos admirado tambien las maderas y el enrejado del coro, los cuadros de Luis de Bologne, de Touvenet, de Hallé, de Coypell y de Felipe de Champagne; los opulentos mausoleos del conde de Harcourt, del cardenal de Belloy, de.... En fin, he admirado tantas cosas, que si las hubiera de decir, seria menester que escribiera un libro, como dije antes.
Era mi suegro, corriendo alrededor de la mesa con dos botellas de champagne en las manos; se detenía junto a los que tenían la copa vacía, completamente vacía, y les decía con insistencia: ¡Pero beba, pues! ¿Por qué no bebe? Cuando llegó junto a mí, le pellizqué la pierna y le dije: ¡Viejo farsante! ¡a esto es a lo que llamas hacer correr el champaña a mares!
Era tan flojo de cerebro, que en cuanto bebía dos copas se ponía perdido, y he aquí que al probar el Champagne, el buen tenedor de libros, después de haber dado varias pruebas de no ser dueño de sus ideas, se dirigió a Juan Bou y con lengua solemne aunque torpe, le dijo: «¡Caballero, usted me dará una satisfacción, o me veré obligado a llevar la cuestión a un terreno...!».
Yo le contesté: «Sí, hija de mi alma, te llevaré a la fonda y beberás champagne.» El champagne es para Concha algo elevado, de un orden sobrenatural, inaccesible a todo el mundo excepto al patriarca de las Indias, a los ministros y al capitán general. ¿Dónde la ha dejado usted? Ahí, en un gabinete. Carlota, no me mire usted con severidad. Yo no tengo más que un defecto.
«Soy muy desgraciado; padezco los mayores tormentos..., tormentos morales, del corazón dijo Relimpio con la voz más débil y balbuciente que se puede oír . Cierto día unos amigos me hicieron tomar Champagne. ¿Qué creerás?
Todo fue alegría sin nubes, y buen apetito sin ninguna desazón. El pícaro del Delfín hacía beber a Aparisi y a Ruiz para que se alegraran, porque uno y otro tenían un vino muy divertido, y al fin consiguió con el Champagne lo que con el Jerez no había conseguido. Aparisi, siempre que se ponía peneque, mostraba un entusiasmo exaltado por las glorias nacionales.
Estas últimas palabras las pronunció con un acento de orgullo y ternura a la vez que mostraban bien clara la alegría que rebosaba de su inocente corazón. Vino el champagne y los cigarros, se destapó una botella y luego otra, y la misma desposada lo escanció y lo sirvió a sus servidores. El tío Leandro, con una copa del vino chispeante en la mano, tomó de nuevo la palabra.
Núñez no dio su brazo a torcer y replicó inclinándose correctamente: Cuando se tiene un marido tan amable y tan simpático como Elena, no sorprende esa conformidad. El vizconde de las Llanas y Enriqueta levantaron hacia él los ojos con curiosidad no exenta de malicia. Eso de la conformidad manifestó Rosita León aceptando una copa de champagne que le tendía la condesa es cosa complicada.
Voy a llamar, a pedir agua, a lavarme, y después esperaremos. Luego que almuerce dictaré mis últimas disposiciones, y en cuanto llegue la noche, la querida noche... =Pausa de algunas horas, durante la cual entra y sale una zafia criada, arréglase el personaje, y luego almuerza lo que te traen de la fonda.= »Me olvidé de la botella de Champagne que está en aquel armario.
Quiero que, si caigo de nuevo en tentaciones semejantes, me falte un roast-beef, desaparezca del mundo el beef-steak, se anonaden los timbales de macarrones, no haya pavos en Perigueux ni pasteles en Perigord, se sequen los viñedos de Burdeos, y beban en fin todos, menos yo, la deliciosa espuma del Champagne.
Palabra del Dia
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