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Actualizado: 22 de septiembre de 2025
Otro círculo de algas coronaba su peluca bermeja, y entre esta peluca y las barbazas de inflamado color ensanchábase el rostro rubicundo, carrilludo, granujiento, una cara de borracho perseverante y bondadoso como las que se ven en las muestras de las cervecerías. Apoyábase al andar en un tridente que tenía varias sardinas ensartadas.
En la calle de las Sierpes, arteria principal de Sevilla y centro de su comercio elegante, se había colocado un toldo que la cubría toda. Gracias a él podía transitarse cómodamente por ella. Los casinos y cervecerías, en que abunda, estaban abiertos todos, y los transeúntes comunicaban con los de adentro libremente.
Pero los Ingleses son legos en eso de buen gusto, y no perderían en obsequio de la hermosura y majestad de un monumento el espacio que puede servir para los almacenes y las cervecerías. El Diorama. La galería Tussaud. El Palacio de cristal. El Banco de Inglaterra. La Bolsa. Diversos objetos interesantes.
Era el momento conveniente, porque gran número de alemanes, casi todos estudiantes de filosofía, de derecho y de medicina, con las caras llenas de cicatrices a consecuencia de los duelos tenidos en las cervecerías de Munich, de Jena y de otras partes, y que luchaban contra nosotros en virtud de la promesa que se les había hecho de concederles ciertas libertades después de la caída de Napoleón; todos aquellos mozalbetes intrépidos trepaban asiéndose de pies y manos del hielo y trataban de saltar a las trincheras.
El estreno feliz de su drama fue una verdadera desgracia para Tristán. Los reparos que algunos críticos pusieron a la obra, particularmente los del famoso Leporello, le hirieron como graves injurias. Además, esperando fundadamente que permaneciese mucho tiempo en el cartel, la empresa, atendidas ciertas circunstancias de renovación de abono, la retiró después de la quince representación. Fue un golpe mortal para su amor propio. Desde luego sospechó que la mano de Estévanez, del traidor Estévanez había intervenido en este asunto. Así que vio que comenzaban los ensayos de un drama de éste ya no le cupo duda alguna. Un odio frenético prendió en su corazón. Para desahogarlo un poco comenzó a asistir a las tertulias literarias de los cafés y cervecerías, con predilección a una que se reunía por las noches en un rincón del café de Fornos. Allí, sobre aquellas dos mesas de mármol pegadas, se hacía diariamente la disección en vivo de los escritores de más nota. Naturalmente Estévanez, en su calidad de astro de primera magnitud, era quien más a menudo ofrecía sus carnes palpitantes al estudio de aquellos jóvenes anatómicos. Tristán gozaba voluptuosidades desconocidas metiendo en ellas el bisturí de su lengua. Sus aptitudes quirúrgicas se desenvolvieron prodigiosamente con el ejercicio.
Jacques, por íntima complexión bondadoso, reía a más no poder de la gárrula charla de Gustavo y de su pintura por el método de las gesticulaciones, mas lo que no le perdonaba fácilmente era el desorden de su vida, que entera se deslizaba en cafés y cervecerías, y aun más lo disgustaba el perverso espíritu de envidia, la hostilidad maldiciente con que denigraba a todo lo que valía más que él.
Palabra del Dia
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