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Actualizado: 12 de junio de 2025
La 1.ª reina que se coronó en Aragon fué Doña Constanza hija de Manfredo Rey de Sicilia y muger del Rey D. Pedro 3.º el de los franceses, el mismo dia que este, esto es, el 16 de Noviembre de 1276. Doña Sibila muger de D. Pedro 4.º el Ceremonioso se coronó en 1380.
Estaba terminando de almorzar, cuando su ayuda de cámara anunció con tono ceremonioso: «El señor profesor Novoa.» Presintiendo Miguel algo muy interesante para él, recibió al español con una efusión extraordinaria nunca vista por Toledo. ¡Incomparable Novoa! ¿De veras que había almorzado ya? ¡El buen orden de los solitarios de Mónaco!... Entonces, tomaría café con él.
Cuando había otros acompañantes en Gasparini, o cuando se consideraba perjudicial la conversación muy prolongada, Pez se iba a la Saleta o a Embajadores, donde Rosalía, hallándole al paso, cambiaba algunas palabras con él. Notaba la dama en su amigo un mudo y ceremonioso respeto, y las galanterías con que la obsequiaba eran siempre caballerescas y de estilo un tanto rebuscado.
D. Pedro 4.º que por esto se llamó el Ceremonioso, el cual escribió puntualísimamente todo cuanto debia egecutarse en las coronaciones de los reyes y de las reinas, descendiendo hasta los pormenores mas insignificantes , como que llega á marcar los adornos de cada sala, y como se había de servir la colacion de vino y confites segun puede verse en estas ordinaciones que traen el P. Murillo y Blancas.
Pero tenía enfrente á una mujer... Y esta mujer era capaz de herirle, colocándolo al mismo tiempo en una situación ridícula... ¡Retírese, señor! ordenó Freya con tono ceremonioso y amenazante, como si hablase á un extraño. Pero fué ella la que se retiró finalmente al ver que Ulises daba un paso atrás, quedando meditabundo y confuso.
Pero ni el ceremonioso usted ni las razones de Luis convencían a la señora. Ella no podía seguir así. Ocupaba en la sociedad una posición muy equívoca; casi la igualaban con mujeres infieles; era objeto de declaraciones y asiduidades que la sublevaban; creíanla una joven alegre y fácil, sin cariño ni familia; iba de una parte a otra, como el Judío errante. Di, Luis, ¿es esto vivir?
Salgo a la calle un poco disgustado, como cualquier otro orador en el mismo caso, y sigo mi camino, no sin volver repetidas veces la cabeza hacia el balcón. A los treinta o cuarenta pasos observo que está la niña asomada, y me paro y la envío una sonrisa y un saludo ceremonioso. Esta vez contesta, aunque ligeramente, pero se apresura a retirarse. ¡Cuidado que era linda aquella niña!
Mi madre me ha recibido con ternura, pero con una ternura mezclada con ese aire ceremonioso que tú ya conoces, y que rechaza, por decirlo así hasta el fondo del alma, un sentimiento pronto a estallar. ¡Qué cruel es, Eduardo, no poder expresar lo que se siente a una persona a la que se ama y a la que se tiene el derecho de amar, sin violar las conveniencias! Pero me he contenido.
Entonces, penetrado de la grandeza de su alta jerarquía, perdió hasta aquellos pocos arranques que le quedaban de expansiva franqueza, y se hizo solemne y ceremonioso aun en los actos más triviales de su vida. Y aquí enlaza, lector amigo, el asunto de que tratábamos en el capítulo anterior; es decir, concluye la digresión y continúa la historia.
Temía la posible extrañeza de otro hombre y deseaba evitarla. Este hombre la había conocido siempre vestida de muchacho, tratándola á causa de ello con una confianza amistosa. ¡Quién sabe si al verla con faldas, lo mismo que una señorita, experimentaría cierta timidez, mostrándose ceremonioso y evitando finalmente nuevos encuentros con ella!...
Palabra del Dia
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