United States or Jamaica ? Vote for the TOP Country of the Week !


Por su parte, el señor Laubepin me observaba con una atención singular, que no me parecía exenta de malicia. Recordé entonces que mi padre había pretendido siempre, descubrir en el corazón del ceremonioso Tabelion y bajo sus afectados respetos, un resto de antiguo germen bourgeois plebeyo y aun jacobino.

Atinada anduvo Antoñona en no decirle que iba a venir, sino hasta poco antes de la hora. Aun así, gracias a la tardanza del galán, la pobre Pepita estuvo deshaciéndose, llena de ansiedad y de angustia, desde que terminó sus oraciones y súplicas con el niño Jesús hasta que vio dentro del despacho al otro niño. La visita empezó del modo más grave y ceremonioso.

Rafael no sabía qué decir. Le turbaba la sonrisa irónica y fría de su antigua amante; sentíase avergonzado por el recuerdo de su brutal despedida. Quería hablar, y sin embargo, no sabía qué decir; le pesaba aquel usted ceremonioso con que se habían tratado al subir al coche. Por fin se atrevió a decir tímidamente, hablando en tercera persona: Encontrarnos aquí, ¡qué sorpresa!

Calculad ahora mi inquietud ante esta entrevista. Yo la conozco un poco; pero he mantenido siempre con ella un trato ceremonioso. Acabada de vestir, me doy un par de vueltas en el espejo, ensayando gestos y posturas de cierta gravedad; procuro, a la vez, serenarme, y me dirijo al saloncito con paso firme, no exento de parsimonia. ¡Misia Melchora! ¡qué sorpresa!... ¿La sorprende a usted mi visita?

Llega a Buenos Aires, se presenta al gobierno de Rosas, encuéntrase en los salones con el general Guido, el más cumplimentero y ceremonioso de los generales que han hecho su carrera haciendo cortesías en las antecámaras de palacio; le dirige una muy profunda a Quiroga: «¡Qué! Paz me ha batido en reglaQuiroga deploró muchas veces después no haber dado oído a las proposiciones del mayor Paunero.

En el comedor, y sentados a la mesa, estaban cuatro señores con los cuales cambié un ceremonioso saludo. Uno de ellos era hombre de unos cuarenta años, de fisonomía simpática, facciones correctas y barba castaña recortada. Supe después que se llamaba D. Alfredo Villa, nacido en Cádiz y comandante de infantería.

¿Le preparaba alguna escena de melodrama aquel imbécil de Hardoin? No le faltaba más que ese ridículo. Presa de una viva irritación, saludó con tiesura y se puso a la defensiva. Señor conde comenzó el notario en tono ceremonioso, he rogado a usted que pasara por mi despacho para una comunicación urgente de parte de esta señorita.

Es un hombre pequeño y gordinflón, metido en estrecha casaca, cubierta la cabeza con sombrero de anchas alas y con guantes negros. Su vestir, mitad ceremonioso y mitad descuidado, afirma todavía su aspecto provincial. Baja Delaberge del vagón y los dos antiguos camaradas se estrechan la mano.

Aquel día, mil veces desgraciado, me habló en tono ceremonioso, ordenándome con gravedad y hasta con displicencia las faenas que menos me gustaban; y ella, que tantas veces fue cómplice y encubridora de mi holgazanería, me reprendía entonces por perezoso. ¡Y a todas éstas, ni una sonrisa, ni un salto, ni una monada, ni una veloz carrera, ni un poco de olé, ni esconderse de para que la buscara, ni fingirse enfadada para reírse después, ni una disputilla, ni siquiera un pescozón con su blanda manecita!

Tambien resonó la ALJAFERIA con las aclamaciones de la de D. Pedro 4.º el Ceremonioso hijo de D. Alonso 4.º, la cual se celebró la Dominica in albis del año 1336, habiendo sido ungido este Rey por el arzobispo de Zaragoza D. Pedro Luna, asistiéndole los obispos de Huesca, Lérida y Santa Justa del Reino de Cerdeña, y el Abad de Montearagon.