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En sus curatos dio los mayores ejemplos de celo y piedad; su virtud y literatura hiciéronle digno de la Abadía de San Victorian en 1612, con cuyo carácter fue diputado del Reino de Aragón en 1620, y luego fue elegido Obispo de Barbastro y tomó posesión en 19 de Noviembre de 1622, en que fue trasladado a la Silla de Teruel, habiendo renunciado antes los Obispados de Orihuela, Lérida y Mallorca: en 18 de Agosto de 1635 y después de gobernar su Obispado por espacio de diez años, fue promovido a la Metropolitana de Zaragoza de la que tomó posesión en 1.º de Marzo de 1635: en todos los Obispados manifestó el caudal de su doctrina, su celo en la reforma de costumbres, e hizo brillar su paciencia en algunas persecuciones que padeció; su humildad se insinuaba en su trato que se llevaba tras de el respeto y la admiración de las gentes; en sus frecuentes visitas diocesanas dejó decretos muy edificantes y empleó sus rentas en el socorro de los pobres; cincuenta de estos asistieron en Teruel a su mesa el día y octava de su cumple-años el primer año de su Obispado en la misma ciudad: dejó fundaciones piadosas en la Iglesia de su patria; renovó la capilla de N.ª S.ª de la Blanca en la Metropolitana del Salvador de Zaragoza; dotó las cátedras de Filosofía y Teología en su Universidad; dio a conocer su literatura en los dos tomos que escribió con el título de Mensa Eucharistica paraneticis excursionibus illustrata, y en otras diferentes obras y sermones que se hallan impresos: su oratoria sagrada es digna de compararse con la de los Santos Padres de la Iglesia y sus sermones eran tan frecuentes que en ocasión de haber enfermado de gravedad en Teruel el orador cuaresmero, predicó él en días alternados, llamando tanto la atención que la Catedral el día de sermon llenábase de oyentes de la población y de fuera, que se disputaban la entrada por colocarse donde poder oírle mejor: otra vez en la Iglesia del Hospital de Zaragoza faltó también el orador de cuaresma a consecuencia de haber tenido que salir de la ciudad por muerte de su madre y una hermana; con este motivo el ilustrado paisano y Obispo de que hablamos, predicó todos los días con el mayor fruto, siendo la admiración de todos los zaragozanos, quienes le regalaron un precioso terno: también los teruelanos le hicieron regalo de un anillo de muchísimo valor, pero él pidió permiso para venderlo y su producto fue repartido entre los mendigos, quienes le dieron el honroso dictado de El Obispo de los pobres.

Sitiada Lérida por los franceses, Felipe IV salió a campaña con asombro de sus contemporáneos que, elogiándole mucho, lo dejan consignado en multitud de escritos, refiriendo detalles hasta de las galas que se ponía, contando que fue vestido a lo soldado, de amarillo y rojo, que tomó parte en la batalla dada para levantar el cerco de Lérida y que entró en ella triunfante con traje «de ante, bordado de plata y oro, banda roja bordada de oro y sombrero blanco de nácar». Antes de la victoria el séquito real permaneció algunas semanas en Fraga: allí se habilitó un estudio en un local tan malo, que hubo que apuntalarlo; echaronse en el suelo cargas de espadaña, y en tres días hizo Velázquez un retrato a S. M. para enviarlo a Madrid con aquel mismo vistoso traje con que entró en la ciudad rendida.

Beber y más beber. El vinazo y el aguardientazo le remataron. Una mañana despertó ella oyéndole dar unos grandes gruñidos... así como si le estuvieran apretando el tragadero. ¿Qué era? Que se estaba muriendo. Saltó espantada de la cama, y llamó a los vecinos. No hubo tiempo de suministrarle y sólo le cogió la Unción. Esto pasaba en Lérida.

El walí de Cairvan Alí ben Mogueith invadió con numerosa hueste las costas de España para restablecer en ella la autoridad del Califa de Oriente. Los historiadores árabes suponen que la rota sufrida por Carlomagno en Roncesvalles fué obra de los walíes de Zaragoza, Huesca, Lérida y otras fronteras. Nuestros historiadores y romanceros hacen vencedores á los vascones.

La sola ciudad de Barcelona tiene 190,000, si no 200,000 habitantes, y se cuentan en Cataluña otras ciudades bien considerables, como Reus, Tarragona y Lérida, y algunas que no bajan de 14,000 almas; pero en lo general la poblacion catalana está repartida en los campos y una multitud de pequeños centros fabriles muy interesantes.

Barcelona, pues, está ligada á los pueblos interiores y de la costa por cuatro ferrocarriles, y no muy tarde habrá terminado los que conducen á Madrid, por Lérida y Zaragoza, á Valencia ó el sur, por Tarragona, y á Francia, por Gerona. Barcelona es interesante bajo todos aspectos, porque ha querido conciliar la actividad económica con los goces refinados de la civilizacion.

Prescindiendo de las importantes ciudades de Tarragona y Reus, de que luego hablaré, y de las de Lérida y Gerona, que no tienen carácter industrial, las poblaciones mas importantes de Cataluña son fabricantes por excelencia.

A las nuevas de lo hecho por la plebe sevillana alborotóse la de Córdoba, la de Toledo, la de Zaragoza, la de Valencia, la de Barcelona, la de Lérida i de otras muchas ciudades.

Tambien resonó la ALJAFERIA con las aclamaciones de la de D. Pedro 4.º el Ceremonioso hijo de D. Alonso 4.º, la cual se celebró la Dominica in albis del año 1336, habiendo sido ungido este Rey por el arzobispo de Zaragoza D. Pedro Luna, asistiéndole los obispos de Huesca, Lérida y Santa Justa del Reino de Cerdeña, y el Abad de Montearagon.