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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Entraron en él y bebieron en silencio sendas copas de chartreuse, sin que por eso los cerebros dejasen de trabajar activamente. Al levantarse Pablito, dijo: Lo mejor será engancharla con el Romero. Eso mismo estaba pensando yo profirió con fuego Piscis. Después que hubieron salido, éste preguntó, no con palabras, sino con una horrible mueca, a dónde iban. Allá.
No podía darse mayor conformidad de pensamientos entre Luz y su amigo, ni realidad más parecida a la hermosa ilusión forjada en dos cerebros juveniles. ¿A qué pedir más por entonces? Lo peor era que las gentes se regían allí, en el salón del baile, por leyes muy distintas de las del mundo ideal de los dos enamorados; y era ya preciso que ella volviera a sentarse y que se separaran, después.
Con ayuda de su microscopio había escrutado las innumerables células nerviosas de varios animales, siguiendo con ojo avizor la inmensa red de fibras que de ellos parten. Luego había obtenido algunos cerebros humanos y había hecho lo mismo. Conocía las piezas de la máquina. En aquella vasta ciudad de células gustaba de pasear a menudo y seguir la intrincada red de sus caminos y senderos.
Sin duda la infiel, con hipócrita dulzura, habíale instilado en el alma su propia pestilencia. El clérigo de la venta de Cerebros, Mosén Raimundo y el Canónigo Mendoza todos decían la verdad. Comenzó a sentir en torno de su pecho la impresión de una serpiente que le ceñía. Ansiedad nueva y horrible: ¡la brega con el Demonio!
Jadeantes, miserables, cubiertos de polvo que en lodo convertía el sudor, sentían derretirse sus cerebros, flotar luces en el espacio, manchas rojas en el aire.
Ya se ve... no puede olvidar que ha sido ministro de la Gobernación, es decir, que lo quisieron nombrar... aunque me parece que se convino en que todo ello fue invención de esa gran cabeza. Veo que entre usted y D. José Ido, otro que tal, podrían inventar lindas novelas. ¡Ah!, la miseria, el mal comer, ¡cómo hacen desvariar estos pobres cerebros!... En resumidas cuentas, Sr. Izquierdo...
Y yo pensé que, para decirme lo que me había dicho, mi amigo hubiera podido arreglarse perfectamente con una fruta del país, como, por ejemplo, la naranja, que es bastante jugosa y que se encuentra al alcance de las fortunas más modestas. Estamos ante problemas demasiado graves, y yo temo que nuestros cerebros, ociosos durante muchísimos años, no puedan ahora funcionar con la exactitud necesaria.
El español nunca será lenguaje general en el pais, el pueblo nunca lo hablará porque para las concepciones de su cerebro y los sentimientos de su corazon no tiene frases ese idioma: cada pueblo tiene el suyo, como tiene su manera de sentir. ¿Qué vais á conseguir con el castellano, los pocos que lo habeis de hablar? ¡Matar vuestra originalidad, subordinar vuestros pensamientos á otros cerebros y en vez de haceros libres haceros verdaderamente esclavos!
Claro que el día en que los españoles razonemos con unos cerebros artificiales, confeccionados al por mayor, perderemos toda nuestra variedad, tan pintoresca. Pero acaso sea precisamente esto lo que nos esté haciendo falta. Las elecciones son nuestra única industria nacional, y si se hicieran dos veces al año, España se depauperizaría.
Piense usted en esto y si llega a sucederle sufriendo, amando, viviendo, por mucho que le parezca seductor el fantasma de usted mismo, apártese de él.» «Me dice usted que se fastidia. Eso vale tanto como declarar que sufre; el aburrimiento no cabe más que en los cerebros vacíos o en los corazones incapaces de ser heridos por nada. Pero, ¿por qué sufre? ¿Es cosa que pueda usted decírmelo?
Palabra del Dia
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