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Actualizado: 1 de octubre de 2025


Todavía la amaba, o si a usted le place, estaba celoso, tenía celos brutales, aquellos celos que significan la ofensa al sentimiento de propiedad y nada más. Pero ¿de qué podía acusarla? ¡No de haberse entregado a usted! Noticias tenía para estar seguro de que el más leve esfuerzo suyo para demostrarse bueno, una palabra de amor, una frase amable, habrían impedido que la Condesa fuera de usted.

Una visita de pocos días cada dos semanas y hasta cada mes, ¿podía satisfacer a un corazón enamorado y celoso? ¿Podía Zakunine, si la amaba, permanecer lejos, cuando sabía que otro quería arrebatarle su bien?

Entonces, envidioso de esta dicha aun desconocida para , celoso de un rival imaginario, frenético contra la beldad incógnita que podría amar a otro que yo, me entregué a todos los desvaríos del furor, cual si existiesen en verdad para mi daño una mujer infiel y un amante preferido.

Repicaron las campanas y sonaron los instrumentos músicos en demostracion del general regocijo, y se tributaron á Dios las debidas gracias. Murió el celoso obispo con el consuelo de ver asegurada la conclusion de la grande obra, si bien no alcanzó á verla decorada y en disposicion de poderse celebrar en ella el culto.

La fábula en que se funda La dama presidente, de Leiba, esto es, la de una señora que, disfrazada de hombre, llega á adquirir la importancia suficiente para transformarse en juez de las faltas de un marido celoso con una amante infiel, ha sido desenvuelta dos veces por Lope de Vega en El alcalde mayor y El Juez en su misma causa.

Ahora bien, ¡mira, mira lo que me pasa por ser demasiado prudente! Al decir esto, arrancó la rama que estaba apretando, y la hizo una pelota dentro de la mano. ¿Pero estás celoso de veras? le preguntó ella, con acento entre burlón y cariñoso.

2 Dios celoso y vengador [es] el SE

Estaba bien persuadido éste del amor apasionado que le profesaba su prometida; comprendía que ni por su edad ni por las circunstancias de su carácter e inteligencia era capaz de despertar una violenta pasión en ninguna mujer, pero así y todo estaba celoso de él. En cuanto se le ofrecía ocasión ya estaba dedicándole alguna palabrita amarga.

Para resolver las dudas que le asedian, recurre al presbítero cristiano Carpóforo, que lo instruye en la nueva doctrina, lo bautiza, y después Crisanto se hace públicamente cristiano. El padre, celoso sectario de los antiguos dioses, lo pone vanamente en prisión; luego, por consejo de un amigo, emplea con el converso otros medios.

Á las misteriosas reuniones de tales enamorados acostumbra asistir un centinela, que con sus gritos ó tocando la flauta les anuncia la venida del sol, á fin de que el celoso marido no interrumpa su dicha.

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