Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de noviembre de 2025


Fumándolo estaba y envolviéndose en nubes de humo y en otras aún más espesas de cavilaciones trascendentales cuando llamaron suavemente con los nudillos y se oyó la voz de doña Mónica: ¿Está usted visible, señor de Barragán? Este se apresuró a encerrar la mesa giratoria en el armario. Adelante, doña Mónica. Apareció la buena señora. Pues aquí preguntan por usted unos caballeros.

Estas dos razones son tan poderosas que hacen excusables todas las cavilaciones en sentido contrario; pues por mas extrañas que parezcan, dejan de serlo cuando se las compara con la extrañeza de que con lo simple se haya de formar lo extenso, y que en una porcion cualquiera de materia haya de haber un número infinito de partes.

Ocupado el pensamiento en tales cavilaciones, un poquitín egoístas, atravesó Delaberge la avenida de los fresnos y llegó a la misma terraza, donde encontró a la señora Liénard formando un magnífico ramo con las flores de su jardín. Ya lo ve usted, señora dijo saludándola, cómo abuso de la libertad que me dio y vengo a pasar unos momentos en su compañía a título únicamente de vecino.

Esta fué su gran cuestión durante algunos días, desde el en que palpó la necesidad de formalizar su antes vago propósito. Tremendas y muchas fueron sus cavilaciones con este motivo.

Determinó, pues, imitar en todos sus actos y palabras, hasta donde la realidad lo permitiese, la dignidad de aquella infelicísima señora, con lo que se crecía a sus propios ojos, y se veía idealizada por el martirio, grande en la humildad, rica en la pobreza y purificada en los padecimientos. El día lo pasó en estas cavilaciones, acordándose mucho del Delfín, de Joaquín Pez y de otras personas.

Fuese esto verdad o mentira, implicaba una consideración, un respeto, una atención tan delicada hacia la mujer del empleadillo, que Elisa se llenaba de ira y hasta de envidia cuando en ello cavilaba. Mientras más esfuerzos hacía por no cavilar, más frecuentes eran las cavilaciones.

El origen de las cavilaciones de Pepe por la conducta de su hermano la disgustó sobremanera; pero lo que hizo en su pensamiento más mella, fue saber que Pepe trabajaba de corrector en la imprenta. El dueño de su albedrío era algo menos que un empleadillo.

Son hijos de Dios lo mismo que esta pobre pequeña de aquí.... Hice mal, muy mal en tomarle tanta afición.... Pero es que sólo un perro, ¡qué!, ni un perro...: sólo una fiera puede besar a un angelito y no quererlo bien». Resumiendo después sus cavilaciones, añadió para : «Soy un majadero, un Juan Lanas. No a qué he venido aquí la vez segunda. No debí volver.

Pues qué, ¿no podía ella ser todo lo santa que quisiese sin avergonzarse de , aunque fuese de un modo involuntario? ¿Si ella se hubiese criado en el abandono en que yo me crié, hubiera sido más que yo virtuosa y honrada? En el abismo de mi alma ocultaba yo mis cavilaciones. No hallaba términos con que declarárselas a Lucía, ni con qué darle al menos leve indicio de ellas.

De modo que si ahora se alivia, lo antes posible, a Madrid con ella. Desde la mañana en que Ruiloz habló con la criada confidente de doña Carmen, subieron de punto sus cavilaciones. Ya sabía cuanto deseó saber; ya conocía el secreto de aquella familia, el motivo de las tristezas de Julia, y sin embargo, sus dudas eran más dolorosas que antes.

Palabra del Dia

aquietaron

Otros Mirando