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Actualizado: 6 de junio de 2025
En su consecuencia, el 7 de Junio de 1820 el jefe español proclamaba el Código de la monarquia española en Carácas, solicitando en seguida una suspension de hostilidades de los caudillos patriotas, mientras se entablaban las negociaciones necesarias entre su gobierno y el Congreso.
Mira, ya van a empezar. Coloquémonos encima de aquellos que parecen ser los caudillos de uno de los dos ejércitos, y veamos la que se va a armar aquí.
Como todos los grandes caudillos de que nos habla la historia, don Rosendo no perdía jamás el aplomo. En los momentos críticos, como el presente, era cuando a él le asaltaban las grandes ideas, las resoluciones salvadoras. Se fué al telégrafo y puso un parte al director de la orquesta de Lancia pidiéndole que viniese con ella a Sarrió y que señalase precio.
Pero añadió luego: Mas de mil años ha que estan las mugeres en posesion de quemarse vivas. ¿Quién se ha de atrever á mudar una lej consagrada pur el tiempo? ¿ni qué cosa hay mas respetable que un abuso antiguo? Mas antigua es todavía la razon, replicó Zadig; hablad vos con los caudillos de las tribus, miéntras yo voy á verme con la viuda moza.
Inclinóse después Su Alteza hacia los dos caudillos Nolles y Calverley, que cerca tenía, y habló con ellos breves instantes. Ambos nobles salieron inmediatamente de la cámara con altanero paso y gozosa sonrisa. Juro por los santos del Paraíso, continuó el príncipe, que así como he sido aliado generoso, sabré ser también enemigo implacable.
Si hay quien lo dude, contemple la suerte de Roma, profanada por los soldados de un general de Carlos V, casi en la misma época en que sus demas caudillos anegaban en sangre á regiones enteras del Nuevo Mundo.
Cuatro son las ciudades que han sido aniquiladas ya por el dominio de los caudillos que sostienen hoy a Rosas, a saber: Santa Fe, Santiago del Estero, San Luis y La Rioja.
Los periódicos de la época no dijeron nada, empero, sobre las conexiones de Facundo con aquel movimiento; y cuando Huidobro se retiró a sus acantonamientos, y Arredondo y otros caudillos fueron fusilados, nada quedó por hacerse ni decirse sobre aquellos movimientos; porque la guerra que debían hacerse entre sí las dos fracciones de la República, los dos caudillos que se disputaban sordamente el mando, debía serlo sólo de emboscadas, de lazos y de traiciones.
No era solo esta la derrota que tenian que llorar los partidarios de la independencia americana, pues otras muchas iban experimentando por su division de pareceres, altivas presunciones é indigna insubordinacion los caudillos defensores de la libertad en la parte oriental de Venezuela.
Su fantasía de meridionales, siempre dispuesta a lo inesperado y maravilloso, les había hecho creer en la aparición de Salvatierra y otros revolucionarios célebres, todos montados en briosos corceles, como caudillos arrogantes e invencibles, seguidos de un gran ejército que surgía milagrosamente de la tierra. ¡Asunto de acompañar a estos auxiliares poderosos en su entrada en Jerez, reservándose la fácil tarea de matar a los vencidos y adjudicarse sus riquezas!
Palabra del Dia
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