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Actualizado: 6 de junio de 2025


Con la larga constumbre de ir divagando, nunca edificaron casas, ni fundaron posesiones en la campaña, y en las fronteras de enemigos tenian su habitacion y el sustento de sus personas y familias: despojos de Sarracenos, en cuyo daño perpetuamente sacrificaban las vidas, sin otra arte ni oficio mas que servir pagados en la guerra, y cuando faltaban las que sus Reyes hacian, con cabezas y caudillos particulares corrian las fronteras, de donde vinieron á llamar los antiguos el ir á las correrias, ir en almugaveria.

Veinte batallones españoles se iniciaban al mismo tiempo con igual éxito en distintos lugares de París. Cada entusiasta quería ser jefe de los demás, con la soberbia individualista y la repugnancia á la disciplina propias de la raza. Al fin, los futuros caudillos, faltos de soldados, buscaban inscribirse como simples voluntarios... pero en un regimiento francés.

Alli estuvieron juntos los dos caudillos hasta el siguiente dia, y despues de reiterar el juramento de eterna amistad, se despidieron victoreando á Colombia y á la madre España, llenos todos de la mas cordial alegria.

Las conquistas de Quiroga habían terminado por destruir todo sentimiento de independencia en las provincias, toda regularidad en la administración. El nombre de Facundo llenaba el vacío de las leyes; la libertad y el espíritu de ciudad habían dejado de existir, y los caudillos de provincia reasumidos en uno general para una porción de la República.

Los clásicos los habrían comparado con los triunviros Lépido, Marco Antonio y Octavio, que se reparten el imperio, y la comparación sería exacta hasta en la vileza y crueldad del Octavio argentino. Los tres caudillos hacen prueba y ostentación de su importancia personal. ¿Sabéis cómo?

El médico no pudo contener su risa. ¿Por qué estarán aquí estos tíos?... Las estampas habrían sido pegadas como adorno, sin fijarse en los personajes; ó tal vez serían recuerdos de algún antiguo soldado, cándido y entusiasta, que creería haber servido á las órdenes de caudillos inmortales. El enfermo tenía los ojos cerrados, y respiraba trabajosamente. Su piel ardía.

Gillespie seguía mostrando la misma curiosidad en sus ojos, pues las palabras del pigmeo no llegaban á satisfacerla. ¿Y por qué lo persiguen á usted? preguntó . ¿Quiénes son sus enemigos? Ya le he dicho que me llamo Ra-Ra, pero este nombre significa muy poco para el que no conozca la historia de nuestro país. El generalísimo Ra-Ra fué el más importante de los caudillos del emperador Eulame.

Hácelos formar, y los culpables son reconocidos. Seiscientos azotes es la pena que cada uno sufre. El vecino, espantado, pide para las víctimas, y le amenazan con llevar la misma porción. Porque así es el gaucho argentino: mata porque le mandan sus caudillos matar, y no roba porque no se lo mandan.

Redacté proclamas dirigidas á los pueblos, alocuciones á las tropas, y describí en un estilo lírico los grandes triunfos de los insurrectos sobre los soldados del gobierno, llamados «federales». Nunca, en mis escritos, dejé de establecer discretos paralelos entre las campañas napoleónicas y las de los caudillos á cuyo servicio me había entregado. Conocía bien á mi gente.

Yo pregunto: ¿qué legislador, qué Moisés o Licurgo, llevó más adelante el intento de refundir una sociedad bajo un plan nuevo? La revolución de 1810 queda por este decreto derogada; ley ni arreglo ninguno queda vigente; el campo para las innovaciones limpio como la palma de la mano, y la República entera sometida sin dar una batalla siquiera y sin consultar a los caudillos.

Palabra del Dia

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