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Sin embargo, con ser tan penosa ésta se empeoró con el tiempo, y en el siglo XVII, la católica majestad de Felipe IV dío orden en 1637 para que, de todos los de Sevilla, se formase un registro y conforme á él fueran recogidos de casa de sus amos y se llevasen á la cárcel real, de donde pasarían luego nada menos que á remar á las galeras.

Mas si esto es así como parece, ¿de dónde salieron los que en el año 1230 tenían su sinagoga junto al portal que llaman del Campo, cuando avanzando por aquella parte los soldados del Serenísimo Rey Don Jaime en su conquista, bajo la conducta del Maestre de Calatrava, la entraron apellidando Válganos la Santa Fe Católica.

Caso milagroso ocurrido en las Misiones de los Penoquís I 176 Castigos que imponían los corregidores á los indios recién convertidos á la fe católica I 132 Celo apostólico del P. Arce; molestias, persecuciones y peligros por que pasó en las provincias de Chiriguanás, Chiquitos y Guaranís II 125

Todo lo que no era súbito y heroico le dejaba impasible, sintiendo en mismo una confianza, una certidumbre absoluta de alcanzar de un golpe los honores más altos y de llegar a ser, en poco tiempo, uno de los primeros paladines de la Fe Católica en la tierra.

Pero aunque hubiera motivo para acusarle, se abstendría muy bien de hacerlo, sabiendo que el escándalo aprovecharía principalmente a los enemigos de la religión. La falta de una mujer cuando es soltera redunda sólo en perjuicio de ella. La de un sacerdote, en desprestigio de la clase y en menoscabo por lo tanto de la religión católica.

No hay que hablar, por tanto, de las comedias, cuyos materiales provienen de la historia antigua; ningún español se había propuesto estudiar estos asuntos bajo su aspecto histórico, y Calderón fué mucho más allá que ningún otro en su manera arbitraria de dramatizar á los mismos, y casi otro tanto puede decirse de las vidas de santos y de los argumentos tomados de la Iglesia católica, porque éstos se utilizan por lo general en su forma de leyenda, en lo cual concuerda nuestro poeta con cuantos le precedieron.

El ministro de Fomento propuso que se me llevara cogido por los pies y a la rastra, pero el presidente de la Juventud Católica hizo observar que se me iba a estropear la ropa, y fue desechada la proposición.

El padre y el hijo nos robaron la nacionalidad y disfrazados con ella, derrocharon nuestra vida en sus planes puramente personales de resucitar el cesarismo de Carlomagno y hacer la religión católica a su gusto e imagen.

Luego, esta dinastía de soldados del mar, al retirarse de la navegación comercial, había rendido tributo de sangre a la seguridad de los reinos cristianos y a la fe católica haciendo ingresar una parte de sus hijos en la santa milicia de los caballeros de Malta.

Y, en diciendo esto, apretó los muslos a Rocinante, porque espuelas no las tenía, y, a todo galope, porque carrera tirada no se lee en toda esta verdadera historia que jamás la diese Rocinante, se fue a encontrar con los diciplinantes, bien que fueran el cura y el canónigo y barbero a detenelle; mas no les fue posible, ni menos le detuvieron las voces que Sancho le daba, diciendo: ¿Adónde va, señor don Quijote? ¿Qué demonios lleva en el pecho, que le incitan a ir contra nuestra fe católica?