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Actualizado: 14 de junio de 2025
Á los treinta años se casó su abuela, á los treinta años me casé yo, y si mi hija piensa otra cosa, puede hacer cuenta que no tiene madre. Al decir esto, aproximaba su asiento al de la muchacha, como si temiera que alguno viniese á robársela. Pero advertí que mientras que la madre hablaba, la hija se reia.
Ahora va a tratar de confinarla en un convento hasta que se case, si es que no toma allí el velo. Por muy escéptico que sea, estoy seguro de que aceptaría con gusto esa solución, la más cómoda y la más secreta de todas. Sirviéronnos el almuerzo en una mesita volante, al lado del sillón del enfermo, y aquello pareció una comidita de niños.
Es un poco loquilla y no hace caso del «qué dirán» de las gentes. Pero aparte de esto, muy hacendosa, ¿sabe, señor?... Y el día de mañana, cuando se case y siente la cabeza, será una excelente madre de familia. Crea que el marido que se la lleve no se arrepentirá.
Y, aunque Tosilos vio venir contra sí a don Quijote, no se movió un paso de su puesto; antes, con grandes voces, llamó al maese de campo, el cual venido a ver lo que quería, le dijo: -Señor, ¿esta batalla no se hace porque yo me case, o no me case, con aquella señora? -Así es -le fue respondido.
¿Me amáis?... Me casé sin amor, y con vos, si pudiera ser, me casaría por tener un noble apoyo. Pero como esto no puede ser, adiós, señor duque, y perdonadme si no estoy más tiempo aquí. Y la duquesa se levantó, saludó profundamente á don Pedro, y salió con su hijo en los brazos.
Su esposa se enfadaba y amenazaba con tirar las retortas al patio. La única que le ayudaba algo era Presentación. Pero esto es por interés dijo tristemente, porque me necesita para llevarla a paseo. En cuanto se case me abandonará. En efecto, el amor había hecho presa al fin en el corazón de la hija menor del naturalista.
Mi marido, disgustado por nuestra pena, por la pérdida de las cosechas, y por las deudas de su hijo que es preciso pagar antes de que se case, para que la familia a quien se una no resulte engañada; mi marido, digo, desea vender la casa de Mâcón y retirarse al campo; quiere vivir completamente aislado de las gentes.
Yo tengo que transtornarle a usted la cabeza para que usted se case conmigo.
Está bien, Catalina, podéis estar tranquila; conozco un medio seguro de salvar todas las dificultades dijo victoriosamente Mathys . Mañana, probablemente, el aya os traerá la noticia de que me ha confesado su afecto sin haber temblado ni sonrojado. La campesina lo miró con sorpresa. Es bien sencillo exclamó , voy a proponerle que se case conmigo... ¿Por qué lanzáis ese grito de inquietud?
Pues bien, entonces, dejadme hacer el pedido en vuestro lugar, si no tenéis valor para hacerlo vos mismo, y asunto concluido. No es probable que Lammeter vea con malos ojos que su hija se case en mi familia, me parece. En cuanto a la linda muchacha, no ha querido aceptar a su primo y no veo que otro pretendiente hubiera podido soplaros la dama.
Palabra del Dia
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