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Actualizado: 4 de julio de 2025


¿Y a qué hora exacta parte el tren de París? A las nueve y media respondió Juan, y emplearéis quince a veinte minutos, para llegar a la estación, en carruaje. Entonces, Zuzie, podemos ir a la iglesia. Vamos respondió madama Scott, pero antes de separarnos, señor cura, tengo que pediros un servicio.

En París, aun por la mañana, yo no me atrevía; me miraban demasiado, y eso me molestaba... Pero aquí... ¡nadie!... ¡nadie!... ¡nadie!... En el momento en que Bettina, algo embriagada ya con el aire y la libertad, lanzaba triunfante sus tres: «¡Nadie, nadie, nadieapareció un caballero, que se adelantaba al paso, al encuentro del carruaje.

Mas viendo que todo era en vano, tomó la determinacion de marcharse sin el consentimiento de su madre, sin que llegase á oidos de su padre, y si era posible, sin que se enterasen mas que los conductores de su carruaje. A aquellas personas en quien tenia depositada su confianza dió las órdenes oportunas para que á la mayor brevedad preparasen los útiles mas necesarios de marcha.

Gallardo, entre empellones de la ovación popular, teniendo que defenderse con los codos de las ávidas manos, llegó al estribo del carruaje, siendo ayudado en su ascensión por un entusiasmo que le acariciaba el dorso con violentos contactos. Buenas tardes, cabayeros dijo brevemente a los de su cuadrilla.

El perdulario vaciló un instante, pero al fin se decidió a prestarle aquel servicio, contando sacar de él buen partido. La herida fué conducida a la casa de socorro en el coche de Pepe Castro, acompañada por León y un guardia. Amparo fué al Gobierno civil en su propio carruaje, con el inspector y Manolito Dávalos, que se lo pidió a éste por favor con lágrimas en los ojos.

Pero Rafael estaba ebrio de pasión. Le trastornaba el contacto tibio de aquel cuerpo tantas veces deseado en su aislamiento; las emanaciones perfumadas de voluptuosidad con que impregnaba el interior del carruaje. Todo lo olvidaría por ella; familia, porvenir, posición. El sólo la necesitaba a ella para vivir y ser feliz. Huiré contigo; todos me son extraños cuando pienso en ti.

Bien nos contrariaste con tu aparición repentina en el momento en que me disponía á bajar del coche. Íbamos á cenar juntos. ¿Y os separásteis allí, sin volver á veros? ¡Por supuesto! dijo Sorege con alegre abandono. En cuanto te decidiste á entrar en el hotel, volvió á salir Jenny y fué á reunirse conmigo en el carruaje. En vez de cenar en el hotel de los Extranjeros, fuimos á Golden House.

»Llamé, pedí el carruaje y comencé a vestirme para salir... ¡No me atreví a preguntar por mi hija, y no la echaba de la memoria un solo instante! ¿Qué haría, la desdichada, desde que yo la había dejado en el suplicio de su honda pesadumbre y sin alientos para llorar!

Salíamos de la plaza de la Recoleta para entrar en la calle larga, cuando nuestro carruaje se cruzó con una victoria elegantísima, tirada por una fogosa pareja de alazanes y dirigida por un cochero de una corrección irreprochable. Repantigadas cómodamente en el amplio asiento, iban dos mujeres distinguidísimas, cuyo saludo apenas tuvimos tiempo de contestar.

El carruaje hace alto, y al bajar nos vimos enfrente del suntuoso alcázar. ¡Luis XIV, Richelieu, Colbert, salud! No hablo á vosotras, piedras amontonadas, testigos mudos, á quienes no quiero interrogar, porque antes de veros os habia interrogado en mi corazon.

Palabra del Dia

gallardísimo

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