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Actualizado: 6 de julio de 2025


Pero entonces eras realista y andabas al rabo de Otolaza para que te hiciera limpia-polvos de alguna cocina. Entonces dabas vivas al Rey absoluto, y en la estudiantina del Carnaval le ofreciste un ramillete en el Prado. Anda, aprende conmigo, que, aunque barbero, he sido siempre liberal, , señores.

Que lo dijera su mujer, que mal de su grado subía colgada de su brazo, hermosísima, casi contenta, pese a todos los confesores del mundo. Ya no estábamos en el Paraguay: ¡A él jesuitas!». Era lunes de Carnaval. El día anterior, el domingo se había discutido con mucho calor en el Casino si la sociedad abriría o no abriría sus salones aquel año.

Rousseau puso de moda el hombre primitivo, libre en plena Naturaleza, y los indígenas americanos fueron el tipo perfecto de la víctima aprisionada y desfigurada por la civilización. Abates folicularios, para halagar al público, lloraban sobre la desgracia de unos pobres indios que sólo habían visto pintados en estampas lo mismo que mascarones de Carnaval.

Era al día siguiente domingo de Carnaval, y Madrid amaneció con el suelo emporcachado y el cielo radiante, como una meretriz coronada de flores y sentada en un charco; un fuerte viento del Norte había barrido las nubes y helado por los rincones los restos de nieve que habían logrado sustraerse a las pesquisas de la escoba municipal.

Algunas burlescas se llamaron también fiestas, como Las mocedades del Cid, de Cancer, escrita para el martes de Carnaval. La corte de Felipe IV dió origen á todas estas fiestas. La voz comedia de figurón parece haberse usado en los últimos años del presente período, próximos ya á la época de la decadencia del teatro.

De esta entrevista quedaron reconciliados la pitillera y el picador, que la acompañó algunas veces por la cuesta de San Hilario abajo, sin renovar sus pretensiones amorosas. El Carnaval de las cigarreras Unos días antes de Carnavales se anuncia en la Fábrica la llegada del tiempo loco por bromas de buen género que se dan entre las operarias.

Y cuando con más calor hablaba Andresito de sus tormentos amorosos, la niña le interrumpió, diciéndole con su tonillo bromista, como quien accede a tomar parte en un juego: Bueno; seremos novios... pero ¡por Dios! que nada sepa la mamá. El Carnaval de aquel año fue muy alegre para la familia de doña Manuela. Las niñas se divirtieron.

Baltasar ignoraba los detalles del Carnaval de las cigarreras, y apenas entendería lo que estaba viendo, si Borrén, mejor informado, no se tomase el trabajo de explicárselo. Generalmente estas mascaradas son de puertas adentro; pero hoy, como hace calor y el día está bueno, salen al fresco a bailar.... ¡Qué casualidad, hombre! Casualidad es, tiene usted razón. En todas partes he de encontrármela.

¿Y por qué no he de poder yo? dijo . La cosa no puede ser más fácil... Dentro de quince días es Carnaval. ¿Les parece a ustedes bien un gran baile de trajes?... ¡Te cuesta un sentido! murmuró Jacobo con tan mal humor como si hubiera él de pagarlo.

Concluida la cena, la pareja se puso en marcha. Salían conjuntamente del teatro, con los Tenorios, extenuados por la fatiga de la noche, demostrando en el rostro esa melancolía peculiar que demuestra el último comparsa que se retira en la madrugada de la tercera noche de carnaval.

Palabra del Dia

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