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Actualizado: 16 de octubre de 2025


Las criadas, endomingadas, huían despavoridas al escuchar el vocerío; y pasaba la tribu al galope, dando furiosos saltos, con sus caretas horriblemente grotescas y esgrimiendo por encima de sus cabezas enormes navajas de madera pintada con manchas de bermellón en la corva hoja.

Para mejor «quitarla el miedoentre Concha y ella inventaron una siniestra farsa capaz de aterrar a un hombre valeroso, cuanto más a una niña de seis años. Vistiéronse ambas con sábanas, dejaron la habitación a media luz mientras la niña dormía, pusiéronse unas caretas de calavera, y a media noche entraron dando gritos lastimeros como almas del otro mundo.

Sus caretas de corto perfil y bigotes de cepillo les daban aspecto de dogos enfurruñados y una lejana semejanza con Bismarck. Entregó el capitán a Tritón un sobre sellado que contenía la lista de los candidatos al bautizo, bebieron juntos una copa de champán, y luego, seguido de los gendarmes, se retiró el enviado neptunesco, otra vez con acompañamiento de temblor de latas y estrépitos de bombo.

Su primer libro, Memorias de un vigilante , vio la luz bajo el pseudónimo de Fabio Carrizo; le siguieron Viaje al país de los matreros y En el mar austral . En el tercer aniversario de su muerte se reunieron sus cuentos, publicados en la revista Caras y Caretas, bajo el titulo Cuentos de Fray Mocho . Otros no han sido publicados en libro y aparecerán con el título Salero Criollo.

En la puerta del Mercado vendíanse narices de cartón, bigotes de crin, ligas multicolores con sonoros cascabeles, y caretas pintadas, capaces de oscurecer la imaginación de los escultores de la Edad Media, unas con los músculos contraídos por el dolor, un ojo saltado y arroyos de bermellón cayendo por la mejilla; otras con una frente inmensa, espantosa; caras de esqueletos con las fosas nasales hundidas y repugnantes; narices que son higos aplastados, o que se prolongan como serpenteante trompa con un cascabel en la punta; sonrisas contagiosas que provocan la carcajada y carrillos rubicundos a los que se agarra un repugnante lagarto verde.

Encargó á Madrid cajas de guantes y corbatas, suscribiéndose á dos periódicos franceses que traían revistas de salones. También hizo venir floretes y caretas con todos los restantes adminículos del juego de esgrima.

Todos ellos trabajaban con verdadero afán, con ahínco que rara vez se ve en los talleres. Unos cortaban estandartes, otros moldeaban caretas de cartón; quiénes pegaban letras negras a los trasparentes de un farol; quiénes vestían primorosamente dos grandes muñecos; quiénes, en fin, se ocupaban en desatascar las boquillas de varios bombardinos y serpentones semejantes al que Moro llevaba.

Palabra del Dia

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