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Sus descuentos tienen esas alegrias, le dixe yo, que tal vez suele ser la comedia tan pesima, que no hay quien alce los ojos á mirar al poeta, ni aun él pára quatro calles del coliseo, ni aun los alzan los que la recitaron, avergonzados y corridos de haverse engañado y escogidola por buena. Y vm. señor Cervantes, dixo él, ha sido aficionado á la caratula? ha compuesto alguna comedia?

Embelesada con la conversación de su novio, que iba a su lado, con la carátula en la cabeza como montera y casi tan majo como ella, y seguida de su padre y de su hermanita, habían estado todos en la plaza, donde Pepito se había despilfarrado feriando los dulces.

El deseo de seducir al de la carátula y salir pronto de aquel mal paso, satisfaciendo su afán de hablar, de contarlo todo y aun de lucirse, porque era muy jactancioso, luchaba en su alma con el temor de empeorar la situación en que se hallaba, sobreexcitando la codicia del bandido.

Era la carátula más grotesca que imaginarse puede, pues uno de los lados de su rostro parecía calabaza, y era tal el peso, que no separaba de aquella parte la mano. El Majito se metió de un salto en la tienda de la Sanguijuelera. Esta solía mimarle y le obsequiaba unas veces con piñones y otras con azotes. «Hola, lagartijilla, ¿ya estás aquí?... No enredes en la tienda, porque vas a cobrar.

GOBERNADOR. Señora autora, ¿qué poetas se usan ahora en la Corte, de fama y rumbo, especialmente de los llamados cómicos?; porque yo tengo mis puntas y collar de poeta, y pícome de la farándula y carátula. Veinte y dos comedias tengo, todas nuevas, que se ven las unas a las otras; y estoy aguardando coyuntura para ir a la Corte y enriquecer con ellas media docena de autores.

Para ocultar su emoción, sonreía enseñando los dientes: una carátula inmóvil de niño que quiere ser amable. No, señora... Muchas grasias. Aqueyo no valió la pena. Así se excusaba de las muestras de agradecimiento de doña Sol por su hazaña de la otra tarde. Poco a poco, Gallardo fue adquiriendo cierta serenidad. Hablaban de toros la dama y el apoderado, y esto dio al espada una repentina confianza.

eres dado á los goces campestres, te recreas con pastores, ganados, danzas rústicas, zampoñas y labores agrícolas: yo gusto más de los placeres que proporcionan las artes imitadoras, el trato de las personas cultas y estimables, la carátula, los paseos formados por el arte, las bibliotecas y los jardines.

Pero, ¿sabíais que el señor duque?... , por cierto; su excelencia se ha levantado para la mitad de la carátula. ¿Y qué hacer? Decir á voces, para que todo el mundo lo oiga: yo soy don Juan Téllez Girón, hijo del grande Osuna... pero por lo pronto hay que hacer otra cosa: recibir esta carta que vos no esperábais. ¿Acaso una carta de mi padre?