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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Las demás especies de obras dramáticas españolas, que aparecieron después, al finalizar el siglo XVII, como las zarzuelas, tonadillas, follas, etc., serán objeto de nuestro examen en los capítulos siguientes.

Esto debo quedar en secreto. Además, no supone gran cosa: sólo significa que me falta el tiempo. El libro lo doy yo hecho; usted no tiene mas que escribirlo. ¡Ay, si yo no estuviese tan ocupado! Aún le recomendó otra vez que no olvidase los sumarios de los capítulos y las notas, muchas notas, con gran desfile de autores. Esto viste mucho.

-Si vuestra merced tuviera buena memoria -replicó Sancho-, debiérase acordar de los capítulos de nuestro concierto antes que esta última vez saliésemos de casa: uno dellos fue que me había de dejar hablar todo aquello que quisiese, con que no fuese contra el prójimo ni contra la autoridad de vuesa merced; y hasta agora me parece que no he contravenido contra el tal capítulo.

Detiénese el autor en estudiar la vida intelectual colombiana en el capítulo, en mi concepto, más interesante de su libro, y sobre el cual volveré más adelante. El regreso le da tema para varios capítulos en que se ocupa de Colón, el canal de Panamá, y sobre todo de Nueva York. Y aquí vuelve de nuevo la clásica descripción del Niágara. Tal es en esqueleto el libro de Cané.

Dicha construcción, data próximamente, de los primeros años de la segunda mitad del siglo XVI. ¿Qué diremos por último del moblaje? No uno, sino muchos capítulos serían precisos para dar una idea de los tesoros acumulados en las casas sevillanas por sus opulentos dueños, de los cuales nos dan razón muy minuciosa los inventarios de la época.

Anteayer mismo trajeron que se habían descifrado un himno demótico al Dios Soknopaios, compuesto por su propio sacerdote y escrito en un rollo de papiro de más de un metro de largo, y dos ó tres capítulos de la obra de Xenofonte, titulada Helénica, donde trata de los últimos casos de la guerra del Peloponeso.

Quiso en seguida doña Inés preparar y adoctrinar a Juanita para el monjío, y echando mano a las obras del padre maestro Juan de Avila, a que ella era muy aficionada, le leyó, con comentarios y anotaciones de su cosecha, párrafos y aun capítulos enteros del muy edificante tratado que el mencionado padre escribió para una monja, explanando profusamente aquellas palabras del santo rey David, que dicen: «Oye, hija, e inclina tu oreja y olvida tu pueblo y la casa de tu madre aquí ponía doña Inés madre en vez de padre, para que viniese mejor a cuento , y codiciará el rey tu hermosuraClaro está que este rey era Cristo con quien quería doña Inés que Juanita se desposase.

Y lo mejor de La Puchera, lo verdaderamente incomparable, está en aquellos capítulos donde el Lebrato y su hijo intervienen, con su locuacidad el uno, con su timidez el otro, los dos con el mismo natural resignado y austero, sacudido por bruscas impaciencias en el joven, acrisolado por divina serenidad en el viejo.

En la visión, que pudiéramos llamar cinematográfica, de los diez trancos o capítulos en que está dividido El Diablo Cojuelo, cada uno sabe a cosa diferente de los demás: son cuadros distintos e independientes entre , que no tienen de común sino la intervención, o la presencia cuando menos, de los dos héroes de la novela.

Estos tres capítulos los subdividía doña Tula, o, lo que es igual, el enano, en varios párrafos, igualmente numerados. Las palabras subrayadas, y había bastantes, lo estaban con tiralíneas. De todo esto saqué en limpio que, con el escándalo y la perspectiva de matrimonio, estaban bastante más blandos.

Palabra del Dia

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