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Actualizado: 31 de mayo de 2025


He nombrado intencionadamente los dos mejores capítulos del libro, los que por solos bastarían para labrar la reputación de un artista que no tuviese tan hechas sus pruebas en este género de cuadros.

Para colmo de complicaciones, había empezado en el Congreso la discusión de los presupuestos, ¡cosa rara!; y el Gobierno, que había prometido dejar la cuestión libre a sus diputados, como las oposiciones le cercenaban los ingresos y el empréstito no se cubría, no tuvo más remedio que hacer cuestión de gabinete la aprobación de ciertos capítulos.

Pero poco a poco comprende que hay allí intención preconcebida, y cuando llega a los capítulos sobre Colombia, se encuentra insensiblemente engolfado en un análisis sutil de aquella constitución, que, según el dicho de Castelar, «ha realizado todos los milagros del individualismo moderno». Entonces se refriega los ojos, vuelve a leer, y con asombro halla que el autor critica y critica con fuerza el régimen federal de gobierno.

Primero: un irresistible instinto de la naturaleza. Segundo: el ver que no admitiendo la legitimidad del criterio de la evidencia, se hunden todos sus, conocimientos y le es imposible pensar. Para esto nos suministra mucha luz la doctrina de los capítulos anteriores, de la cual son los siguientes un desarrollo y complemento. Comencemos por la conciencia ó sentido íntimo.

El Gerif, a cuyo desplacer tuvo principio tan grande revuelta, y que por más demostraciones que hizo no pudo apaciguarla, quiso interponer su respeto para excusar de la prisión a su sobrino; pero todo fué en balde, pues las sospechas de que andaban en tratos de rebelión, y apellidarle Príncipe durante la refriega, eran capítulos de no fácil enmienda.

El que la sigue al pie de la letra no necesita más para ser un modelo de caballeros católicos y excelentes padres de familia. Lee ese libro, Pepita: busca los capítulos que se titulan «La elección de estado» y «Antes que te cases»... y verás lo que le corresponde hacer á la juventud cristiana para conservar pura su alma y no ofender á Dios.

No intento tratar aquí de toda suerte de preocupaciones, ya porque fuera imposible comprehenderlas todas, ya porque muchas han sido explicadas en los capítulos antecedentes: propondré solamente algunas muy notables, que nos hacen caer en muchos errores. Quando somos niños creemos todo quanto nos dicen los padres, los Maestros, y nuestros mismos compañeros.

Ante todas cosas se ha de tener presente lo que hemos dicho en los capítulos pasados, porque las preocupaciones, y precipitaciones del juicio por la mayor parte proceden de la fuerza de las pasiones, de la imaginacion, del ingenio, de los sentidos, y demas cosas que hemos explicado.

Parecía que iba á competencia con el V. Padre Caballero en ganar almas para Dios y para mismo muchos méritos; y es obligación mía dar aquí por extenso noticias de las heroicas virtudes de entrambos: de las del primero tendré abajo ocasión oportuna; de las del V. P. Lucas la daré en los capítulos siguientes, concluyendo la narración con el felicísimo martirio que padeció el año de 1711.

En los capítulos anteriores se ha esclarecido ya en parte esta materia, pero hasta tal punto que se la pueda dar por suficientemente dilucidada: mas bien se han presentado reflexiones preliminares para aclarar el estado de la cuestion que no se la ha resuelto cumplidamente.

Palabra del Dia

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