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Actualizado: 9 de noviembre de 2025


Aquello no era aldea ni tampoco ciudad; era una piltrafa de capital, cortada y arrojada por vía de limpieza para que no corrompiera el centro.

Después tuvo esto por un disparate y se fijó en una amiga suya, casada con Moreno Vallejo, tendero de novedades de muy reducido capital. Dicha señora gastaba un lujo estrepitoso, dando mucho que hablar. Había, pues, un amante. A Jacinta se le puso en la cabeza que este era el Delfín, y andaba desalada tras una palabra, un acento, un detalle cualquiera que se lo confirmase.

Oiréis á cada paso una disputa acalorada en que los contrincantes manifiestan quizas ingenio nada comun: dejadlos que den cien vueltas al objeto, que se acometan y rechacen una y mil veces, como enemigos en sangrienta batalla; entónces si os quereis atravesar de mediador, y hacer palpable la sinrazon de ambos, tomad la palabra que expresa el objeto capital de la cuestion, y preguntad á cada uno, ¿qué entiende V. por esto? ¿qué sentido da V. á esta palabra?

El mundo era de su hijo, porque él era el de más talento, el más elocuente, el más sagaz, el más sabio, el más hermoso; pero su hijo era de ella, debía cobrar los réditos de su capital, y si la fábrica se paraba o se descomponía, podía reclamar daños y perjuicios, tenía derecho a exigir que Fermo continuase produciendo.

A los catorce años era Gonzalo un muchacho espigado y robusto, que estudiaba en el colegio privado de Sarrió la segunda enseñanza y se examinaba todos los años en la capital, obteniendo ordinariamente la calificación de bueno y una que otra vez, muy rara, la de notablemente aprovechado.

Pronto veremos que esta regla capital de conducta fué observada por los poetas más importantes que representan este nuevo período, no oponiéndose á este aserto que otros dramáticos de rango inferior diesen á luz en él obras sin concierto ni orden, y que hasta los más caracterizados prescindiesen también alguna vez de sus preceptos.

Al fallecer el Prelado y abrirse su testamento, se supo que había legado todos sus bienes a Don Fabricio. El nuevo Príncipe se ausentó enseguida de la Capital, y estableció su residencia en una villa cercana, en donde llevó una vida retirada y tranquila. A las pocas personas con quienes trataba, refería que estaba escribiendo sus memorias.

¿Me abandona usted, profesor?... Yo me imaginaba que sería mi guía á través de la capital.

»Si todos los elementos liberales, sin exageraciones, de nuestra culta capital no aúnan sus esfuerzos para combatir al poderoso tirano hierocrático que nos oprime, pronto seremos todos víctimas del fanatismo más torpe y descarado.

Es verdad dije después de unos momentos de reflexión, más vale rodear las dificultades que tomarlas por asalto... ¿Sabes, abuela, que no debe de ser agradable ocuparse de tantas fruslerías cuando parece que el alma no debiera ser atraída más que por las grandes cosas?... Ve a decir a Celestina que su proyecto no es de una importancia capital, y verás cómo te recibe.

Palabra del Dia

aquietaron

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