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Actualizado: 9 de julio de 2025


Calderón ha estrechado considerablemente el círculo de los resortes que han de jugar en la comedia; los incomprensibles cambios de la suerte constituyen en las suyas el móvil capital del interés, y en ellas encontramos ciertos tipos que siempre subsisten y se repiten, y que sirven de fundamento á la acción, á las situaciones y á los caracteres de los personajes.

Esta última palabra convirtió la sonrisa de él en franca carcajada. «¡Trabajar!...» Pero la duquesa siguió hablando seriamente de su «trabajo». Lamentaba la escasez de sus medios. Unos treinta mil francos era el único capital de que podía disponer. A veces disminuía de un modo alarmante: los treinta mil bajaban á ser una simple unidad.

Pues yo te digo que no me preocupa nada y te ruego que hablemos de otra cosa. Clementina se mostraba más altanera y desdeñosa cuanta más insistencia veía en Pepa. Su orgullo, siempre alerta, le hacía suponer que ésta había preparado aquella conferencia para mortificarla. Es que ... querida mía, debo advertirte que tu marido no especula solamente con su capital dijo la viuda picada ya.

Tiene universidad literaria muy concurrida, audiencia territorial, es capital de uno de los distritos militares de la Península, ciudad agrícola é industrial.

Ni un minuto recordó al duro y bronceado abuelo tendido allá junto al paredón.... A menudo se ve al niño, deshecho en lágrimas al pie del cadáver de su madre, consolarse con un juguete o un cartucho de dulces; quizás vuelvan más adelante la tristeza y el recuerdo, pero la impresión capital del dolor ya se ha borrado para siempre. Así Perucho.

Tales fueron las diversiones dispuestas por el pueblo de Bruselas, que afirman algunos autores, se le oyó mas de una vez decir á Felipe, que de buena gana seria su punto de residencia esta capital. Es opinion comun que D. Felipe era de una arrogante figura, apuesto caballero y muy amigo de vestir con esplendidez. Añádese á esto un carácter amable, por lo cual todos lo apreciaban.

La pequeña ciudad de Zug inspira muy pocas simpatías al viajero que se acerca á su puerto al traves del lago. Es un poblachon de poco mas de 3,300 habitantes, sin gracia ninguna y con un aire de vejez vulgar, de indolencia y tristeza, que no coincide en nada con lo que se espera de la capital de una república democrática.

Después de numerosas peticiones al municipio de la capital y de no menos entrevistas con los personajes allegados al gobierno, consiguió Flimnap ver aceptado el programa de diversiones que había ido formando para recreo de su amigo el gigante. Una noche guió al Gentleman-Montaña hasta una colina desde cuya cumbre se podían contemplar verticalmente dos grandes avenidas de la capital.

Usted, a quien he visto casi anarquista, rompe ahora en himnos de la riqueza, sólo porque cree ir camino de conquistarla en un país nuevo... Se engaña usted, Isidro. Cuando lleguemos allá se convencerá de que el trabajo representa tanto o más que el capital. Sus paradojas pueden tener algo de verosímil en la vieja Europa, donde abundan los brazos.

Y no perder tiempo, amigo Esteven; espero que me ayudará usted como siempre, pues el destierro al Frigal no es tan inminente, ¿verdad? Mientras yo esté en el Ministerio, no se mueve usted de la capital. Le necesito; es usted mi brazo derecho.

Palabra del Dia

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