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Desde los misteriosos cuartitos de la Fonda de la Castellana, nidos poéticos de las mañanas de Abril y Mayo, hasta los ahumados chamizos de Maravillas y Tribulete; desde la elegante victoria de Muñoz, hasta la histórica calesa; desde los aristocráticos bastidores del teatro de Oriente, hasta las desgarradas bambalinas de Capellanes; todo le era familiar, todo conocido.

Un obispo y un ecónomo fueron los protectores, merced a cuyo valimiento pudo actuar en una parroquia, no sin que algunos capellanes se disgustaran, temerosos de que, a la larga, les quitara el pan: otros, en cambio, por simpatía, o conocedores de lo mucho que podía quien le recomendaba, hicieron buenas migas con él, y uno de éstos, viejo achacoso, que tenía fama de avaro, le cedía frecuentemente su puesto en ocasiones lucrativas.

De pronto surgía la protesta, el cisma, la herejía. Ya habían hecho bastante de capellanes los que estaban en el altar. Debían ceder las casullas á los que miraban, para que, á su vez, ejerciesen el sagrado ministerio. Esto era lo tratado.

La cúpula es atrevidísima, cuanto resulta fea y abrumadora la descompasada torre. La Catedral Nueva, comenzada en 1513, no se terminó hasta 1733, y eso que corría mucha prisa acabarla, visto que no cabían decorosamente en la Catedral Vieja los 65 prebendados, 25 capellanes, 24 niños de coro y 12 acólitos que asistían á los oficios cotidianos.

Arrastraba aquella mujer una astrosa bata de lana roja con cuadros negros, que parecía haber servido de alfombra en un salón de baile de Capellanes. «Guárdeme la tienda un ratito le dijo la Sanguijuelera , que voy con mi sobrina a un recado... ¿No conocía usted a mi sobrina? ¿Ve usted qué moza?... Isidora, esta señora es una amiga..., pared por medio.

Vamos por aquí; la acompañaré a usted dijo D. Evaristo con bondad . Capellanes, Rompelanzas, Olivo, Ballesta, San Onofre, Hortaleza, Arco. Ese es el camino; pero no dude usted lo que le digo... ¿Qué?, hija mía. Que yo soy honrada, que siempre lo he sido. Feijoo miró a su amiga.

Así ha glosado un poeta de ahora el idilio adolescente del rey galán, del rey chispero, del rey madrileño, el de las patillas manolas a lo Pepe-Hillo, que supo de las locas farsas del Momo, en el castizo Capellanes, y dejó cien leyendas de su breve reinado y se murió muy joven, como una mustia lis heráldica, abrasado en una fiebre loca de vivir una vida magnífica y emocionante.

Llevóse en procesion general al campo de la Verdad, conduciéndola en medio del cabildo los capellanes de la veintena en andas, á que seguia el prelado D. Martin de Barcía de capa magna, y cerraba la ciudad.

Dió principio á este acto, el domingo 11 de setiembre despues del Evangelio, el obispo, prestando su juramento sobre un misal preparado en la capilla mayor. Sentado luego en una silla, fueron por su órden llegando los prebendados, capellanes, corregidor y veinticuatros, y juraron lo mismo en sus manos.

Quedó convenido entre la mayoría, casi la totalidad de los capellanes de la villa, que el excusador era un chicuelo sin peso ni formalidad, que había desprestigiado a la clase sacerdotal y que Dios sabe dónde pararía si el prelado no tomaba cartas en el asunto. Desde entonces no perdonaron medio todos ellos de demostrarle su desprecio.