Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de junio de 2025


Buscó el vasco el abrigo de unas tapias donde parar sin riesgo el sudoroso tronco, y Artegui y Lucía se internaron a pie siguiendo el senderito, ella delante, recobrada su alegría infantil, su gozar inocente en el cansancio del cuerpo.

Se detuvo un instante, como embelesada por dulces recuerdos. ¡Los días felices de la paz! añadió . Un domingo fuimos de campo; comimos junto al Sena para celebrar el ascenso de Alberto á primer contramaestre de su fábrica.... Dos semanas después estalló la guerra. El comisario hizo un gesto, que la vieja creyó de cansancio.

Estaba pálido, su fisonomía ligeramente alterada por el cansancio o rejuvenecida por los resplandores apasionados de otra época, recobraba poco a poco su edad, su expresión peculiar y su aspecto de gran serenidad. El día avanzaba a medida que la paz de los recuerdos se establecía también en su rostro.

Las canas esparcidas en sus sienes que aún parecían más numerosas al contrastar con el negro azulado de su cabeza , unas cuantas arrugas precoces en las comisuras de sus ojos y dos surcos profundos que se abrían desde las alillas de su nariz, demasiado ancha, hasta tocar los extremos de su boca, parecían denunciar el primer cansancio de un organismo poderoso que ha vivido con demasiada intensidad, por considerar sus fuerzas sin límites.

Le inspiraban lástima estas pobres gentes que habían esperado el tren desde las cuatro de la madrugada á las ocho de la noche. Las mujeres gemían de cansancio, derechas en el corredor, mirando con envidia feroz á los que ocupaban un asiento. Los niños lloraban con balidos de cabra hambrienta.

Y los dos entraron en el salón, colocándose en primera fila. El ambiente, cerrado aún y caldeado por tantas respiraciones, era de una densidad asfixiante. Conchita los saludó con un gesto de cansancio. Doña Zobeida, al reparar en ellos, tuvo miradas de ternura. Muchas gracias, en nombre del buen padrecito. Para ella, esta misa era de mayores méritos que las anteriores.

Nos vemos en la necesidad de relevar a nuestros aduaneros cada dos años. La fiebre de las marismas los mata. Sin embargo, se pretendía ir a buscar un módico. Para encontrar al más próximo era preciso ir hasta Sartène, es decir, a seis u ocho leguas de allí. ¿Cómo arreglárselas? Nuestros marineros estaban completamente extenuados de cansancio, y no se podía enviar a uno de los niños tan lejos.

En uno de sus desperezos de cansancio, Gillespie había juntado las dos piernas, colocándolas casualmente, con geométrica exactitud, sobre las dos ventanas, lo que creó repentinamente la noche en el interior del salón, precisamente al mismo tiempo que el poeta invocaba la salida del sol.

No moriréis de cansancio, es verdad; cualquier obrero de las ciudades reiría de lo poco fatigosos que son vuestros oficios; pero languidecéis de miseria. En ese claustro se encuentran los mismos niños anémicos de los barrios obreros. Veo lo que coméis y lo que cobráis.

El millonario, después de terminado el relato, se hundió en el sillón, anonadado, sin fuerzas, como si al echar fuera de el peso doloroso de los recuerdos, cayese sobre él, de un golpe, el cansancio de la noche anterior pasada en vela, el desfallecimiento del hambre. Y ahora, ¿qué piensas hacer? preguntó Aresti. ¿Y me lo preguntas? dijo con desaliento el millonario. ¡Qué yo!

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando