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Actualizado: 2 de julio de 2025


Siempre estaba escudriñándolo todo; su padre, por esta tendencia a registrar, le llamaba el carabinero. Los domingos mi madre comenzó a dejarme andar con los camaradas, después de hacerme una serie de advertencias y recomendaciones. Ya, teniendo tiempo por delante, no nos contentábamos con ir al arenal; subíamos al Izarra y después íbamos descendiendo a las rocas próximas.

Hubiera sentido reñir con vos dijo éste apretando con fuerza la mano del joven ; tenéis para un no qué... algo que me habla en vuestro favor. ¿Sois soldado? Puede ser que á estas horas lo sea de la guardia española. ¡Ah, vive Dios! ¡Pues si sois de la guardia española, y de la tercera compañía, de la que soy alférez, seremos camaradas!

Los barberos eran mujeres y pasaban de una docena. El más antiguo de ellos, de pie en uno de los hombros y rodeado de sus camaradas, daba órdenes como un arquitecto que, montado en un andamio, examina y dispone la reparación de una catedral. Empezaron los hombres de fuerza á tirar de otras cuerdas para subir al extremo de ellas grandes cubos llenos de un líquido blanco y espeso.

Y dijo el Cojuelo: Con el señor Autor estoy en pecado mortal de parte de mis camaradas. ¿Por qué? dijo don Cleofás.

Uno de los hombres iba vestido de modo diferente á sus camaradas, y más que jinete del campo parecía un trabajador de la Presa. Manos Duras le daba explicaciones, que el otro iba aceptando en silencio, aprobándolas con leves parpadeos. Este hombre montó á caballo, y Manos Duras y sus dos compañeros le siguieron con los ojos hasta que desapareció entre los grupos de áspera vegetación.

Entre aquellos dos hombres que durante años habían vivido juntos y que se tuteaban, existía una frialdad glacial y parecía que hasta les costaba trabajo saludarse, como si se odiaran. Tragomer, sin embargo, no experimentaba sentimientos hostiles hacia Sorege. Aun en el tiempo en que eran camaradas, no le había querido.

Al cabo de poco tiempo, los pulperos de ocho manzanas a la redonda de la plaza estaban fastidiados del cominero don Julián y adoptaron el mismo acuerdo de sus cuatro camaradas. No faltó quien contara al virrey los trotes y apuros de su mayordomo para conseguir huevos frescos, y un día que estaba su excelencia de buen humor le dijo: Julián, ¿en dónde compraste hoy los huevos?

Ese fue para los dos un rudo golpe. Martín, como de costumbre, ocultó su pesar sin decir nada; Juan de naturaleza más animada manifestó un dolor inconsolable, hasta el punto de tener que sufrir, en el momento de la marcha, mil burlas de sus camaradas. Pero su dolor no fue de larga duración.

Crea usted que sería un bien para la familia que reventase aquí. Cuando crezca, de seguro que le veremos en las celdas de abajo. Maltrana examinó a los camaradas de su hermano, golfos de mirada viciosa y quijada fuerte, más voluminosa que el resto de la cara.

«Dónde están mis camaradas «Del Cerrito y Ayacucho, «Que mordian el cartucho «Con indomable valor? «Dónde están? tal vez ahora «Duermen en la tumba helada, «Ó piden con voz quebrada «Una limosna por Dios!

Palabra del Dia

buque

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