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Actualizado: 12 de junio de 2025
Y llamó á grandes golpes sobre la mesa. Cuando acudió el mozo arrojó un ducado, y salió dejando solo á Montiño. Apenas había salido de la hostería Quevedo, cuando vió venir por la parte de palacio una tapada ancha y magnífica, que se levantaba el manto para no coger lodos, y dejaba ver una magnífica pierna y un pequeño pie, calzado con un chapín dorado.
La Nela, que comenzaba a ver claro, observó los vestidos de la señorita de Penáguilas. Eran buenos y ricos; pero su figura expresaba a maravilla la transición no muy lenta del estado de aldeana al de señorita rica. Todo su atavío, desde el calzado a la peineta, era de señorita de pueblo en día del santo patrono titular.
Por último, un brazo que podía ser un tanto largo, pero que, bajo fino y suelto guante de piel de Suecia, tenía yo no sé qué encanto voluptuoso, mil veces más ático y más puro que el que revela un pie bien calzado cubierto por una media de seda obscura.
¿Para salir al tejado? No tanto. Por aquí se sale á las almenas viejas, y por las almenas se entra en los desvanes, y por los desvanes se va á muchas partes. Por ejemplo, al almenar á donde cae la ventana del dormitorio del cocinero de su majestad. Pues no hay que preguntarme otra vez si quiero dijo Quevedo quitándose los zapatos. No dejéis aquí vuestro calzado, porque saldremos por otra parte.
Rogelio y Serviodeo, despreciándolo todo, se entraron en el templo con ímpetu extraño, sin ablucion, sin despojarse del calzado inmundo, sin hacer acto alguno de los que el culto musulman impone.
¿Marrón foncé? objetó Obdulia ... no dice bien... oro sería mejor. ¿Qué sabe usted de esas cosas?... Yo misma he dirigido el trabajo de la modista; Ana tampoco entiende de eso y me ha dejado a mí el cuidado de todos los pormenores. ¿Y la túnica es de vuelo? Un poco... ¿Y cola? No, ras con ras... ¿Y calzado? ¿sandalias...? ¡Calzado! ¿qué calzado? El pie desnudo....
Al ver el calzado parisiense en estos hermosos escaparates, no he podido menos de decirme repetidamente: si una mujer tuviera el pié como es el zapato que aquí miro, ¿qué nombre daríamos á aquel pié? seguramente lo llamariamos fenómeno, aborto, extravagancia. Hé aquí la industria francesa: á fuerza de ser delicada, sutil, vaporosa, es una industria fenomenal.
Razón tuvo Apeles de desdeñar el juicio del menestral, diciéndole: zapatero á tus zapatos; pero el zapatero no podía en cambio recusar á Apeles como juez de su calzado, ya que Apeles, si no sabía hacerle, tenía que pagarle, gastarle y andar con él cómodamente. Quiero decir con esto que, en todo caso, el artista y el poeta podrían rebelarse contra la censura.
Iba armado con revólver y espada y envuelto en amplia capa, bajo la cual llevaba ceñido y abrigado traje de lana, gruesas medias y ligero calzado de lona, como lo requería mi plan. Había tomado la precaución de frotarme bien todo el cuerpo con aceite y de llevar conmigo un frasco de licor, para contrarrestar en lo posible los efectos de mi prolongada inmersión.
Todas aquellas señoras querían hablar á un tiempo, todas tenían en su cabeza un mundo de pensamientos referentes á si habían salido ó no de casa el día anterior, á si habían traído el calzado fuerte por causa de la humedad, á si habían cenado primero que otras noches ó si estaban acatarradas ó no habían tenido humor para peinarse, etc., etc., que necesitaban echar fuera cuanto más antes y sin darse punto de descanso.
Palabra del Dia
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