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Actualizado: 17 de junio de 2025
Al acercarse la noche, y al ver que no era posible reducirla á la obediencia ni por medio de reprensiones ni de amenazas de castigo, el carcelero creyó conveniente hacer venir á un médico, que calificó de hombre muy experto en todas las artes cristianas de ciencias físicas, y que al mismo tiempo estaba familiarizado con todo lo que los salvajes podían enseñar en materia de hierbas y raíces medicinales que crecen en los bosques.
Varias personas entraron en la sacristía, preguntando cómo se llamaba el predicador. Los capellanes de la casa comentaron el sermón de distinto modo. ¡Muy bien, compañero, eso es poner el dedo en la llaga! Ha estado Vd. un poquito fuerte. Ándese con cuidado, no sea que los liberalitos cometan con Vd. algún atropello. El párroco calificó aquello de imprudencia.
Bonis parecía otro. El mismo Sebastián, que era positivamente bravo y fuerte, y muy capaz de arrojar por el balcón al escribiente de su tío, se achicó un tanto por lo que él calificó de fuerza moral de aquellas palabras, y de aquel gesto y de aquel tono. Todos comprendieron que el pobre Bonis estaba dispuesto a morder y arañar para impedir que la salud de Emma peligrase.
Dispierto, pienso en lo que hice, en lo que hago, en lo que haré: recuerdo los sueños y los califico de ilusiones, y los juzgo como especies inconexas, extravagantes, y los comparo con el órden y la consecuencia de lo que se me ofrece en la vigilia.
Digo pues que el mancebo generoso, Que alli deciende de encarnado y plata, Sobre todo mortal curso brioso, Es el CONDE DE LEMOS, que dilata Su fama con sus obras por el mundo, Y que lleguen al cielo en tierra trata: Y aunque sale el primero, es el segundo Mantenedor, y en buena cortesia Esta ventaja califico y fundo.
Así sois todos los artistas: ¡siempre poetas! respondió el comisionista . Por mi parte, si no me engañan la gracia de ese hombre, su pie mujeril y bien plantado, y la elegancia y el perfil de su cintura, le califico desde ahora de torero. Quizá sea el mismo Montes, que tiene poco más o menos la misma catadura, y que además es rico y generoso.
Así se absolvió de su pecado, si le hubo, en la muerte de Tomás Cardoso. Así se calificó hasta de benigno. No por eso en absolución fue acompañada de alegría, sino que sintió pesar más negro en el fondo del alma al imaginar cuán difícil era, sin culpa, sin estrago y muerte, conquistar por la acción la suspirada gloria.
Por lo que toca á su valentía, ya Plutarco la calificó de heroica, al citar el denuedo con que libertaron á sus padres, hermanos y maridos, presos en poder de Aníbal, y yo debo añadir que hechos posteriores, y aun de este siglo, demuestran que las matronas del Tormes no han degenerado de su antigua pujanza. Y basta ya de verduleras.
Palabra del Dia
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