Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de junio de 2025


Si habiamos de encender lumbre, armábamos sitio con palos en alto, donde ponerla; y muchas veces la comida, la olla y la lumbre, y aun quien la cocia, se caian en el agua, y nos quedamos sin comer. Los mosquitos nos molestaban tanto, que no nos dejaban hacer nada.

Los rubios o negros cabellos en grato desorden, se desparramaban por el espacio o bien caían en adorables bucles por la espalda; los ojos brillaban como luceros en aquellos rostros celestiales; los labios rojos y húmedos se entreabrían para dejar ver el aljófar inmaculado de sus dientes. Y basta, porque no concluiríamos nunca.

¿Y te dijo algo, te dijo algo? preguntó Belén toda ojos, pálida como una muerta. Nada... pero lloraba mirándome... ¡Se le caían unos lagrimones...! No traía nene Dios; paicía que se lo habían quitado.

Aquella luminosa aureola era surcada en todas direcciones por largas, cintas de fuego que estallaban en mil chispas, se entrecruzaban y caían en lluvia de oro o de azul o de fuego. Eran millares de ardientes meteoros que centelleaban chisporroteando, vivos y frecuentes relámpagos de una blancura deslumbrante. Y después, en medio de aquel lago de fuego aparecían el gitano y su tartana.

Dijo con exaltación las últimas frases, palideciendo. Muñoz la contemplaba sin poder hacerse a la idea de que sus angustias concluían y de que Adriana sería suya. ¡Adriana! ¡Adriana! Ella se quedó como extática, cayó de rodillas, pero casi dando la espalda a Muñoz. Alzó la mirada, juntó las manos en actitud de apasionado arrebato; le caían lágrimas de los ojos fijos.

Daban paso estos intersticios a unas súbitas ráfagas de claridad, que unas veces caían sobre las olas y otras sobre el campo, desapareciendo en breve, reemplazadas por la sombra de otras mustias nubes, cuyas alternativas de luz y de sombra daban extraordinaria animación al paisaje.

Abrió la boquita... dos muecas, con los ojos entelados, y dobló el cuello.... Lo mismo que un pajarillo... lo mismo. Y lloraba, repitiendo tenazmente la semejanza entre su hijo y los pájaros que caían en invierno muertos de frío. El campanero miraba sombríamente a Gabriel. que lo sabes todo: ¿verdad que ha muerto de hambre?

Alguno de sus innumerables golpes había de tocar forzosamente al mal espíritu, obligándolo á huir; y cuando, al fin, caían todos en tierra extenuados, la tranquilidad volvía á ellos, convencidos de que el enemigo estaba ya lejos de su campamento. El español creía notar ahora en la Presa la presencia de Gualicho, el diablo pampero, maligno y enredador. Empujaba á los hombres unos contra otros.

González Bravo y la Reina estaban ya en Francia cuando aún ignoraba la inmensa mayoría de los españoles si era el Ministerio o los Borbones quienes caían «para siempre», según rezaban los famosos letreros de Madrid.

Mudos de espanto y ansiedad estábamos todos aquí, atento el oído a los rumores de la calle, cuando sentimos que las puertas caían a golpes, y penetraba aquella soldadesca bestial, diciendo que se les entregasen todos los objetos de valor.

Palabra del Dia

aconséjele

Otros Mirando