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Actualizado: 5 de junio de 2025


En todas direcciones huían los despavoridos borrachos, chillando como si los cargase un regimiento de caballería a galope: algunos tropezaban y caían de bruces, y la tralla del Tuerto se les enroscaba alrededor de los lomos, arrancándoles alaridos de dolor. Fustigaba el hidalgo de Limioso con menos crueldad, pero con soberano desprecio, como se fustigaría a una piara de marranos.

Otras veces, el viejo marino nos contaba una serie de crueldades horribles: piratas que mandaban cortar la lengua o las manos a los que caían en su poder; otros que echaban al agua a sus enemigos, metidos en una jaula y con los ojos vaciados. Nos hacía temblar, pero le oíamos.

Pero la noche antes había quedado nuestra amistad en el punto en que el , aunque se impone ya, todavía asoma con mucha timidez a los labios. »Durante el día me hizo mi madre muchas insinuaciones acerca de la naturaleza de mis planes; raterías que se caían de inocente, para tirarme de la lengua. ¡A buena parte venía!

Habíanla alcanzado el devocionario entreabierto. La miniatura representaba a Nuestro Señor subiendo en los aires, con blanco estandarte en la diestra, mientras los guardas caían despavoridos en torno del sepulcro. Leyó con infantil dificultad la epístola de San Pablo a los colosios, siguiendo la línea con el índice.

Bajo el casco de acero brillante como un espejo, con sus dos alas de blancas plumas, caían los rubios bucles, brillaban con salvaje furor los ojos verdes y parecían palpitar las aletas de la nariz con indomable fiereza.

Algunas aves aficionadas á su carne lo espían y lo cogen al dar el vuelo; otras veces se elevan tanto que vienen á caer en las cubiertas de los barcos. Nosotros hemos tenido ocasión de examinar algunos de éstos en el viaje á Filipinas, pues en los días de viento eran muchos los que caían á cubierta. Tiburón.

Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, se empujaban y caían al suelo en todas las actitudes y gestos del pavor, del asombro, de la desesperación.

La siega de la muerte no había sido por gavillas: todo un campo quedaba liso con solo un golpe de hoz. Y como si las baterías de enfrente adivinasen la catástrofe, redoblaron por su parte el fuego, enviando una lluvia de obuses. Caían por todos lados. Más allá del castillo, en el fondo del parque, se abrían cráteres en la arboleda que vomitaban troncos enteros.

El Mosco sonreía unas veces; otras contestaba con gruñidos de mal humor. Había noches magníficas, en las que caían dos o más corzos, que a aquellas horas estaban ya desollados y descuartizados, vendiéndose ocultamente entre los vecinos de Tetuán.

Unos caían de espaldas, como talegos repletos, y su cabeza, al encontrar las tablas de la valla, producía un eco lúgubre. Ese no se levanta gritaban en el público . Debe tener abierto el melón.

Palabra del Dia

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