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Actualizado: 24 de junio de 2025


Bien hacía el marqués en mostrarse orgulloso de su ganadería, compuesta de bestias finas, seleccionadas por los cruces. No era el buey destinado a la producción de carne, de piel sucia, basta y rugosa, la pezuña ancha, cabizbajo, y con los cuernos enormes y mal colocados.

Me levanto: me he retirado de la redacción a las dos de la madrugada; es preciso salir... Las calles están desiertas; pasa de cuando en cuando un obrero, con blusa azul, cabizbajo, presuroso, las manos en los bolsillos, liada la cara en bufanda recia; pasa una moza con el mantón subido, pálida, ornados los ojos de anchas ojeras lívidas; pasa un muchacho con un enorme fajo de carteles bajo el brazo.

Reñíale cariñosamente Magdalena, al verle tan cabizbajo; pero él no la escuchaba ni le contestaba. No parece sino que a fuerza de estudiar la enfermedad ha acabado por no ver ya a la enferma. A última hora ha vuelto a entrar para administrarle un calmante, y después de recomendarle un reposo absoluto, me ha hecho salir con él para dejarla descansar un rato. »Por la noche me tocaba a velar.

Pero entonces se me hacía terriblemente difícil conservar el tono de charla ligera, y muy a menudo las bromas se helaban en la punta de mi pluma. Y todo se ensombrecía de día en día en torno nuestro. Papá estaba cabizbajo, porque las malas cosechas habían defraudado sus más bellas esperanzas; mamá murmuraba, porque nadie iba a distraerla, y Marta se marchitaba cada vez más.

De repente, un grito... un alarido... una voz como sólo puede emitirla un cuerpo al que se le escapan las fuerzas. Y doña Luisa entró á tiempo para sostener á su marido, que se venía al suelo. El senador se excusaba, confuso, ante los muebles, ante las paredes, volviendo la espalda en su aturdimiento al cabizbajo René, que era el único que podía oirle.

Si había un poco de egoísmo en él, después lo veremos. Ya se marchaba, cuando Pascuala salió de la cocina asustada, y dijo: ¡El amo! No abras dijo Clara temerosa. Espera: escóndase usted. Pero Elías, que tenía llave, no necesitaba que le abrieran para entrar. No importa dijo el militar, que trataba de serenar á Clara. Coletilla abrió y entró. Venía cabizbajo y abstraído.

¡Me voy! exclamó el tío Manolillo. ¿Y no almorzaréis con nosotros? El loco llama al loco; es la hora de levantarse el rey. Adiós. Y el tío Manolillo salió sombrío y cabizbajo; se le oyó bajar violentamente las escaleras y salió. No entiendo vuestro conocimiento con mi buen amigo dijo Quevedo. Ni yo exclamó Dorotea. ¡Y os ama! ¿Pero cómo me ama?... Sabréislo vos.

El diputado, tras breve indecisión, siguió adelante, desalentado, cabizbajo, sin fijarse en el viejo que había vuelto a colocarse a su lado. ¡Ah, el maldito! ¡Qué bien había sabido herirle!

El banderillero salió cabizbajo de esta entrevista y se fue en busca del maestro, encontrándolo a la puerta de los Cuarenta y cinco. Juan, he visto a tu mujer. Aqueyo está cada vez peor. Veas de amansarla, de ponerte bien. ¡Mardita sea! ¡Así acabe una enfermeá con ella, contigo y con mesmo!

Subió el joven madrileño malhumorado y cabizbajo el repechito que le quedaba hasta la casa de su tío, y mientras se iba acercando lentamente a ella, no dejaba de preguntarse con alguna inquietud: « ¿Por qué habrá querido sonsacarme ese berganteLa idea que Andrés había formado, por rumores y conjeturas más que por experiencia, del meloso D. Jaime, era la adecuada.

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