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Actualizado: 27 de mayo de 2025
No cabía duda de que la viuda sentía una secreta inclinación por el hijo de Miguelina... ¿Cómo no lo había él adivinado ya desde el primer día, él que se preciaba de tan buen observador?... Cierto que su egoísta vanidad y su estúpida preocupación de representar tan bien su papel de enamorado le habían puesto una venda en los ojos.
En aquel conjunto todo era paz, armonía y sosiego, y cabía el sentimiento de todo; pero no la pasión por nada sin el concurso de un agente perturbador que rompiera el equilibrio; el cual agente había de venir de afuera, porque dentro no había lugar para él.
Por supuesto que, si tenía el atrevimiento de venir a hablarle, le daría un desaire de los gordos, le volvería la espalda. Y confesaría otra vez con D. Narciso. Y diría a sus amigas en qué situación le había visto con una señora desconocida y elegante. Porque no cabía duda de que vestía con elegancia, bien lo había reparado. Aquel abrigo largo no estaba hecho en Peñascosa. ¿Quién sería?
Empezó a dar resoplidos, cual si quisiera meter en sus pulmones más aire del que cabía, y sacudió el cuerpo como las gallinas. El picorcillo del sol le agradaba, y la contemplación de aquel cielo azul, de incomparable limpieza y diafanidad, daba alas a su alma voladora.
El padre, por no tener más chicos que Celinina, no cabía en sí de inquieto y desasosegado. Sus negocios le llamaban fuera de la casa; pero muy á menudo entraba en ella para ver cómo iba la enfermita. El mal seguía su marcha con alternativas traidoras: unas veces dando esperanzas de remedio; otras quitándolas. El buen hombre tenía presentimientos tristes.
Supe que estaba usted en la cárcel, y no vacilé un momento. Comprendí que si ella le quería á usted verdaderamente, la mejor acción que en mí cabía era ponerle á usted en libertad, devolvérsele. ¡Qué complicación! De este modo pensaba yo ganar en su concepto.
No hace más que llorar y pedirle celos.... ¡Qué más quiere ese monigotillo que verla humillada!... Si yo estuviera en su caso ¡ya le diría!... Le ponía en seguidita un armatoste en la cabeza que no cabía por esa puerta. La exaltación de su espíritu no le impedía engullir lindamente. Dios te lo pague, hija concluyó por decir levantándose . A ver si este corazón se está quieto un rato.
Piedras como no más, y por eso soy más fuerte que tú, que comes la carne que engorda. Soy más fuerte que tú. Enséñame tu casa. Y el gigante, manso como un perro, echó a andar por delante, hasta que llegó a una casa enorme, con una puerta donde cabía un barco de tres palos, y un balcón como un teatro vacío. Oye le dijo Meñique al gigante: uno de los dos tiene que ser amo del otro.
Mi tío probaba de todo sin gustarle nada, y yo satisfice mi necesidad, más que apetito, de doce horas, casi tanto con la vista de tan copiosos alimentos, como con las parvidades que de ellos tomé... ¡Pero don Pedro Nolasco!... No tenía calo ni medida su estómago de buitre; devoraba hasta con los ojos; y mucho de lo que no le cabía en la boca mientras funcionaba su gaznate, corríale en regatos por el exterior hasta sumirse bajo la sobarba entre cuero y camisa, o mezclarse gota a gota con la mugre del chaleco.
Sesenta y dos años contaba el abate Constantín, y mucho dinero había pasado por sus manos para no permanecer en ellas largo tiempo, es verdad; pero este dinero lo recibía por pequeñas cantidades y la sospecha de una ofrenda semejante no le cabía en la cabeza. ¡Dos mil francos! Jamás tuvo dos mil francos en su poder, ni mil siquiera.
Palabra del Dia
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