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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Esto que yo escribo se llama una crónica. »Y al día siguiente, cuando al levantarme la veo en el periódico, aparto los ojos de ella avergonzado, y meto el periódico en el cajón de la cómoda. »Y otra vez principia otro día igual al de ayer e idéntico al de mañana: leo, paseo un poco, vuelvo a leer, torno a escribir las cosas horribles sobre los pequeños papeles.
Pero Simoun traía todo consigo, criados y provisiones, y solo deseaba pasar el día y la noche en aquella casa por ser la más cómoda del barrio y por encontrarse entre San Diego y Tianì, pueblos de donde esperaba muchos compradores. Simoun se enteraba del estado de los caminos y preguntaba á Cabesang Tales si con su revólver tendría bastante para defenderse de los tulisanes.
Se cobra tarde y mal, cuando se cobra. De modo que no os hagáis muchas ilusiones. Cuando Juan Pablo venga a Madrid irá a Molina de Aragón a enterarse del testamento y recoger lo que es vuestro». Pues que vaya inmediatamente dijo Maximiliano dando una palmada sobre la cómoda ; pero aquello de llegar y en la misma estación coger el billete y zas... al tren otra vez. Hombre, no tanto.
Su temperatura es poco variable, casi siempre la misma, ni muy fría ni muy caliente. ¡Qué terrible diferencia entre una vida tan cómoda y la que nos es dado gozar á nosotros, habitantes de la tierra! A cada paso que damos encontramos alguna aspereza, algún obstáculo. La ruda tierra nos pone piedras al paso, nos fatiga, nos aniquila, obligándonos á subir, á bajar y á volver á subir sus cuestas.
Había sobre la cómoda una bujía en su palmatoria, y me apresuré a encenderla con una cerilla de mi fosforera.
Sea como fuere, á nuestros caminantes les pareció cosa tan chica, que se temiéron no hallar posada cómoda, y pasáron adelante como hacen dos caminantes quando topan con una mala venta en despoblado, y siguen hasta el pueblo inmediato. Pero luego se arrepintiéron el Sirio y su compañero, que anduviéron un largo espacio sin hallar albergue.
Cerraron bien la puerta, para que nadie pudiera fisgonear desde el pasillo. Si alguien lo hiciera, no habría oído más que un abrir y cerrar de los cajones de la cómoda, un cuchicheo de Benina, y roncas gárgaras de la otra.
Ella, la verdad sea dicha, aunque tenía una razonable contestación que dar á aquella pregunta, no se atrevió; y doblando tristemente su obra, fué á sepultarla en la cómoda. Elías no se ablandó por esta prueba de sumisión, y en tono más agrio y severo le dijo al verla tirar de la gaveta: Cuando digo que te has echado á perder....
Trae aceite, todo el aceite que haya en la cocina.... Al fin se decide usted a comer algo. Trae una gran fuente. Trae la caja de lamparillas. Trae las velas que haya en casa. Encima de la cómoda había una imagen de la Virgen de Covadonga. Felicita encendió una gran iluminación delante de la imagen. De rodillas, rogaba: ¡Señora, sálvalo!
Mientras desvalijaban el último cajón de la cómoda de mi cuarto, se abrió la puerta de mi tío, y apareció don Sabas en el hueco. Noté que salía lloriqueando, y corrí hacia él temiendo que ya hubiera concluido todo allí; pero desde medio camino oí toser al enfermo, y esto me tranquilizó.
Palabra del Dia
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