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Actualizado: 13 de junio de 2025


La sátira, las escenas, personajes y situaciones ridículas son de ordinario, y con pocas excepciones, sólo elementos subalternos, sólo una especie de locura cuando se comparan con la acción principal más elevada, la cual, aunque se mueve generalmente dentro de esta esfera cómica, nada tiene de común con aquellas bufonadas, ó caricatura de vicios y flaquezas, que frecuentemente se confunden con lo cómico.

Pero el viejo movía la cabeza en señal de incredulidad y se ha puesto a relatar el objeto de su visita. Este viejo ha dicho que él es autor cómico. Azorín se ha quedado estupefacto. Autor dramático, acaso; pero cómico le parecía una enormidad. Luego ha añadido que a él le han dicho que Azorín tiene en Madrid muchas relaciones y que podrá ayudarle, porque es muy benévolo.

Conviene, pues, para esto, que nuestro pesimismo, en vez de ser trágico, sea chistoso y cómico; como el pesimismo de Voltaire, que en el Cándido hace que nos desternillemos de risa, ó, mejor aún, como el de Cervantes, más gracioso todavía en el Quijote, y lleno de dulzura y de cristiana resignación, sin chispa de hiél ni de impiedad ni de odio.

Item, que todo poeta comico, que felizmente huviere sacado á luz tres comedias, pueda entrar sin pagar en los teatros, si ya no fuere la limosna de la segunda puerta, y aun esta, si pudiese ser, la escuse.

A pesar de todo, se encontraba más cómico que trágico, y se echaba a reír, aunque con la risa que apellidan sardónica, no por una hierba, sino porque según había oído contar entre los antiguos sardos se reían así los que eran atormentados y quemados de feroz y sardesca manera en honor de los ídolos.

Hace un sin fin de tiempo que no veo ningún cuadro de usted, Núñez dijo la condesa de Peñarrubia dirigiéndose al laureado pintor. ¡Oh cielos! ¿También usted, condesa? exclamó aquél con aspaviento cómico de susto. ¿Qué quiere usted decir? replicó sonriente la dama.

Por donde puedes ver, y quán de veras, Mi sabrosa, que no es del todo fino El oro que os guarnece las hileras. Esto el gracioso dixo mesurado, Y la mozuela no mudó el semblante; Antes, siguiendo al cómico Senado, En alta voz le victoreó al instante.

Según su opinión, esos poetas modernos no quieren convencerse de que, para imitar á los antiguos, han de adornar sus escritos con sentencias morales y con enseñanzas para la vida, deberes de los más propios del buen autor cómico, aunque su objeto principal sea mover la risa; al contrario, los escritores de comedias hacen escaso alarde de su buen gusto, y demuestran lo limitado de su instrucción literaria, desenvolviendo sus planes sin orden ni regla alguna y sin otra norma que su capricho, y siendo ésta la causa de que, gentes que apenas saben leer, como el sastre de Toledo, el pañero de Sevilla y otros estúpidos é ignorantes personajes del mismo jaez, se atrevan á escribir comedias.

Yo era entonces un cómico que representaba dolorosamente su papel. Me alegro la dije al fin. ¿Y de qué se alegra usted? me contestó mirándome con gravedad. Me parece que eres feliz. ¡Oh! ; completamente feliz me contestó ya lo creo: al cabo le tenemos a usted. ¡Le tenemos! exclamé con extrañeza. , por cierto, el padre Ambrosio y yo.

Roque de Figueroa, hijo de una familia de Córdoba, distinguida y respetada, recibió una educación literaria y científica correspondiente á su clase, debiendo consagrarse al servicio del Estado con arreglo á la voluntad de sus padres; pero por su afición al teatro abandonó los estudios y se hizo cómico.

Palabra del Dia

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