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Actualizado: 2 de junio de 2025
Y se queda un poco satisfecha, pensando que lo hace por obligación. ¿Qué va a hacer una señora bonita, rica, y que además tiene que presentarse todos los días ante los reyes? Porque su marido es comendador mayor y contador mayor de los Reyes Católicos. Ella se llama doña Teresa Enríquez y él don Gutierre de Cárdenas.
Bernardino de Velasco. Sebastián. Bernardo de Quirós. Piantanigo. Borja. Guillén Barbarán. Garay. Fuentes. Juan Pérez de Vargas. Diego de Vera. Antonio Dávila. Alférez, Sedeño. Herrera. Beltrán. Serrano. Pedro Ginovés. Hidalgo. Francisco Ortiz Zapata. Diego de Castilla. Martín de Ulloa. Andrea Espinguel. Rodrigo de Cárdenas. Valdés. Comisario, Pacheco. Contador, Juan de Alarcón. AP
El Magistral le siguió, para ocultar su deseo de llegar al Espolón cuanto antes. Eran ellos, en efecto. En medio de la capilla, don Saturnino sudando copiosamente, cubierta la levita de telarañas y manchas de cal, rojo el rostro, cárdenas las orejas, arengaba a su auditorio, con un brazo extendido en dirección de la bóveda.
Animado, y con la cálida sangre despierta, consideraba a las primitas una por una, calculando a cuál arrojaría el pañuelo. La menor no hay duda que era muy linda, blanca con cabos negros, alta y esbelta, pero la mal disimulada pasión de ánimo, las cárdenas ojeras, amenguaban su atractivo para don Pedro, que no estaba por romanticismos.
Apolo desollando a un sátiro. Retrato ecuestre de Felipe IV. Un caballo. Otro bayo. Un jinete. Otro. Retrato de un príncipe. Retrato de Ochoa, portero de Palacio. Retrato de Cárdenas, el bufón toreador. Calabacillas, bufón. Velasquillo, bufón. Dos retratos. Catorce cabezas en ocho lienzos. Montería de lobos. Felipe IV cazando jabalíes. Una cornamenta de ciervo. Un pelícano y otros pájaros.
Con una salva de aplausos fué saludado el doctor Cárdenas, al terminar su sencilla y patriótica peroración. A continuación habló el doctor Mario García Kohly. He aquí su brillante discurso: Sr. General en Jefe de las Fuerzas Armadas de la República.
Terminada cerca de las 10 de la noche la comida, púsose en pie el doctor Julio de Cárdenas, Alcalde Municipal de la Habana, quien alzando su copa brindó por el Ejército, dándole la bienvenida en nombro del pueblo de la Habana, y felicitando á las instituciones armadas de la República por la manera rápida y eficaz con que habían terminado la campaña de Oriente.
Las cárdenas ojeras le cogían media cara; el superciliar salía como una visera; los ojos, hermosos y ardientes, quedábanse allá dentro, y rodeados de aquella piel morada relumbraban más, como si acecharan el acaso que iba a pasar. Las cejas negras formaban una sola línea recta.
Palabra del Dia
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