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Actualizado: 28 de mayo de 2025
En suma, la de Rufete se quedó sin un cuarto, y su tío el Canónigo mostraba la mayor pachorra del mundo para enviarle fondos. ¡Ay!, esa gente de provincias cree que una onza es un millón. ¡Un mes llevaba la pobre de grandes apuros, haciendo diligencias inútiles en pro de su hermano, que en la cárcel seguía, y privada de todo, viendo tantas cosas bonitas sin poder comprarlas!
En el silencio de la cárcel resonaba cada vez más claro el doloroso canturreo que venía del calabozo: «Pa... dre... nu... estro... que estás... en los cielos...» Don Nicomedes no lo oía. Paseaba furioso por la habitación, conmoviendo con sus pasos el piso que servía de techo a su víctima. Por fin se fijó en el monótono quejido.
Encontraba en el jardín iguales recuerdos de su familia que en la habitación de arriba. Fatigado, además, de tropezar siempre en sus paseos con muros de piedra que le recordaban la cárcel, necesitaba la movilidad de la vegetación acariciada por el viento, forjándose la ilusión de que vivía libre en plena campiña.
Cuando á mi vecino Simon le metieron en la carcel y le dieron de palos, por no poder declarar en un robo que se cometió cerca de su casa, ¡abá! por dos reales y medio y una rosca de ajos, le sacó el escribiente. Y yo le ví á Simon que apenas podía andar y tuvo que guardar cama lo menos un mes. ¡Ay! se le pudrió el trasero, ¡abá! ¡y murió de resultas!
La cárcel pública es para ellos un bulto más en la población pero los rebenques y los chicotes de á bordo, ¡ira de Dios!, cosas son que les hacen temblar y no de frío.
Púsolas en un vaso con agua fresca, almorzó, y escribió dos cartas, gastando en ellas, por su torpeza en la caligrafía, ocho plieguecillos del timbrado papel, y habría gastado más si no le dieran a la sazón la noticia del crimen de su hermano. Dejolo todo y salió agitada, para enterarse en el Juzgado, visitar a Mariano en la cárcel y ver el partido que debía tomar.
En su túnica y soga muy revuelto, Pensando ser vision y que soñaba, A la cárcel ha sido luego vuelto En tanto que su causa se trataba: Al fin saliò de
Leyósele su sentencia con méritos, abjuró formalmente sus errores, fue reconciliada en forma, advertida, reprendida y conminada, y condenada a hábito y cárcel perpétua y confiscación de bienes. Juan Antonio Pomar, viudo, negociante de oficio, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de sesenta años, fue preso por judaizante.
Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan. 12 Y lo pusieron en la cárcel, hasta que les fuese declarado por palabra del SE
Yo.... ya ves; y en cuanto a Mariano, deja que salga de esa maldita cárcel, que se afine, que se pulimente, que se instruya... ¡Dios me valga! ¡Las tres! »¿Pero las horas se han vuelto minutos? La noche vuela, y yo no duermo.
Palabra del Dia
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