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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Ya he usado bastante el mío, no me ha traído más que desgracia, y quisiera dejarlo en Francia junto con mis vestidos viejos. Tiene usted razón. Eso es lo que se llama cambiar de piel. Ya hablaré de usted a la señora y si se arregla todo, le escribiré. Le Tas volvió la misma noche a París. Mantoux, llamado Poca Suerte, creyó haber hallado un hada bienhechora bajo la envoltura de un elefante.
No hay en mí desnudez que ella no compense con sus brillantes galas, no derramo una lágrima que ella no recoja con amor para fecundar mi vega, no exhalo un acento de dolor á que ella no conteste con la dulce voz de las brisas, el murmullo de las aguas y los melodiosos trinos del ave que canta en la enramada. ¡Gracias mil te sean dadas, naturaleza bienhechora! tú, tú eres mi reina y mi consuelo.
Cuando recibía de regalo alguna golosina se apresuraba á compartirla con él. El bilioso can no acogía con gratitud tales pruebas de consideración. Comía lo que le daban, pero inmediatamente se alejaba con grosera frialdad de su bienhechora y si ésta quería pasarle la mano y acariciarle comenzaba á gruñir como si no la conociese. Esta conducta tenía sorprendida y disgustada á Flora.
»Carlos permanecía de pie en un rincón del salón y nos miraba sonriendo; de pronto, dirigiéndose a Teobaldo, dijo: »Y bien, querido maestro: ¿no adivina usted que pueda haber aquí otro discípulo, que le debe la dicha de haber sido útil a su bienhechora? »Teobaldo quedó estupefacto, porque esta frase acababa de ser pronunciada en el más puro alemán.
Evidentemente, era mi sangre que pasaba con impetuosidad por mis venas. «¿Por qué no circula apaciblemente como de costumbre me pregunté, y como lo exige mi gran resolución? ¿No he extirpado de mi corazón con todas sus raíces la idea de un crimen? ¿No lo he purificado con ayuda de mil fuegos? ¿No estoy aquí para desempeñar el papel de sacerdotisa, de sacerdotisa inaccesible al deseo, pura y bienhechora?»
El gozque, que estaba en el puente y en la mitad opuesta del arco, como esperando a su bienhechora, comenzó a latir gozoso, percibiéndola entre las sombras y los árboles.
Estaban rodeados de silencio y misterio; nadie los había gustado, nadie los conocía siquiera más que ella; la misma mano que había dejado caer en su corazón el bálsamo de la felicidad ignoraba en absoluto su bienhechora influencia. Este pensamiento la llenaba de íntimo gozo, que hacía asomar a sus labios descoloridos una sonrisa.
Esto, que tanto daño venía á traer á la sociedad y que tan poco hablaba en favor de la cultura, mal era al que debía ponerse remedio, y aunque algunos sobre ello parasen mientes, nadie de significación llevó á la práctica ninguna medida, y vino á partir la obra bienhechora, como algunas veces sucede, del más débil y del que con menos medios parece contar para llevarla á cabo. Y así fué entonces.
Palabra del Dia
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