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Actualizado: 7 de julio de 2025


Este servía en los dragones de la guardia, en Berlín, y no había podido llegar sino el día del fallecimiento.

Pero, me diréis, ¿los bogotanos no pasean, no tienen un punto de reunión, un club, una calle predilecta, algo como los bulevares, nuestra calle Florida, el Ring de Viena, el Unter den Linden de Berlín, el Corso de Roma, el Broadway de Nueva York o el Park-Corner de Londres? , pero todo en uno: tienen el Altozano.

Tal parece como si lo que hay de mas culto y elegante entre los excursionistas de Europa se hubiera dado cita para ir á encontrarse durante algunos dias de cada verano en aquel lindo sitio, que parece un pedazo de algunos de esos elegantes arrabales compuestos de palacios y quintas que se ven en los alrededores de Lóndres, Paris y Berlin.

L. Weigert, Untersuchungen zur spanischen Syntax auf Grund der Werke des Cervantes. Berlín, Mayer & Müller, 1907, págs. 170-174. la perra mora. Baile recordado por Cervantes, La ilustre fregona, CLÁS. CAST., I, 287, y por Quiñones de Benavente, Nueva Bibl. de Aut. Esp., X, x. b.

Tal vez las parisienses fuesen más elegantes, más finas que las otras; pero en Berlín todo era grande. Los cafés y los teatros, más enormes que los de París.

Por un momento creyó haber encontrado el medio de apartarle de tal existencia. Los parientes de Berlín visitaron á los Desnoyers en su castillo de Villeblanche. Karl von Hartrott apreció con bondadosa superioridad las colecciones ricas y un tanto disparatadas de su cuñado. No estaban mal: reconocía cierto cachet á la casa de París y al castillo.

Yo recuerdo, a propósito de la ternura alemana, una Nochebuena que pasé en Berlín. La patrona de mi casa de huéspedes había comprado un pino, que los inquilinos se encargaron de adornar con ampollas de cristal coloreado, con algodón hidrófilo, con cintas de plata y oro, con bombillas eléctricas, con lentejuelas y con toda esa pacotilla sentimental a que había allí tanta afición.

Y Desnoyers, conmovido por el espectáculo, pensaba que Francia era todavía algo en el mundo, que aún ejercía una fuerza moral sobre los pueblos, y sus alegrías ó sus desgracias interesaban á la humanidad. «En Berlín y en Viena se dijo también gritarán de entusiasmo en este momento... Pero los del país nada más. De seguro que ningún extranjero se une ostensiblemente á sus manifestaciones

Antes de la guerra, ciertos escándalos de su vida privada le habían alejado de la corte: vociferaciones de folicularios y de socialistas. Pero el soberano le mantenía en secreto su afecto de antiguo condiscípulo. Todos recordaban un baile suyo, Los caprichos de Schahrazada, representado con gran lujo en Berlín por recomendación del poderoso compañero. Había vivido algunos años en Oriente.

Desnoyers sabía un poco de alemán, como recuerdo de sus relaciones con los parientes que tenía en Berlín, y pudo atrapar algunas palabras. El comandante repetía á cada momento «paz» y «amigos». Un vecino de mesa, comisionista de comercio, se ofreció como intérprete, con la obsequiosidad del que vive de la propaganda.

Palabra del Dia

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