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Actualizado: 27 de junio de 2025
Sin necesidad de levantar los tejados, como el Diablo Cojuelo, Apolonio adivinaba el drama oculto en cada casa, y con todos los pequeños dramas individuales formaba una gran tragedia, la tragedia de la calle, en que él era el héroe, la víctima, y Belarmino el traidor.
El telegrama de Apolonio decía: «De vuelta en Castrofuerte me informan que soy heredero de fortuna fabulosa. Iré a buscarle en seguida. Viviremos juntos una vida venturosa. Pedro.» El telegrama de Belarmino decía: «Estoy salvada. Pedro me ha salvado. El mismo Pedro le sacará de ahí y le traerá conmigo en seguida. Seremos todos felices. Angustias.»
El mundo era una ilusión de los sentidos, un espejismo de la imaginación. El mundo de fuera era creación aparente y engañosa del mundo de dentro. Belarmino, entonces, resolvió poner en orden de paz y hermosura su mundo interior, y, por lo tanto, el mundo exterior, que no es sino eco o imagen sensible del otro.
El proyecto era el siguiente: Se le pediría a Belarmino que viniese a una casa cualquiera y explicase en breves palabras su sistema filosófico. Convenientemente encubierto, se le colocaría al lado el fonógrafo, y se impresionarían uno o dos cilindros con la disertación de Belarmino.
¡Ah, naturalmente! Pero los pasteles pertenecen a Belarmino y Apolonio, y ellos se gozan más en invitar que en ser invitados. Ellos lo han dado todo siempre, y no han querido nada para ellos. Yo no trataba en otro tiempo a Apolonio; solamente después que está en el asilo. Muy interesante, muy interesante. Es una cosa curiosa; Apolonio querría que yo no tratase a Belarmino.
El anverso de la medalla no se correspondía con el dorso; pecho alisado con rasero; rostro acecinado y de ojos conspicuos; una faz del todo masculina. ¡Uf, uf! ¡Qué hombre ése! rompió a parlotear . Qué aspecto de desenterrado. Si huele a camposanto.... No sé, Belarmino, como le admite usted aquí. Ha dejado un tufo.... Esta noche me da la pesadilla. ¡Ay! Si le veo no entro.
Su domestidad, y más todavía su ausencia, contribuyen no poco, en mi sentir, a que Belarmino viva en paz octaviana. La Juana, por orden nuestra, no aparece por el zaquizamí de la portería; se está en la habitación que les dieron ustedes de vivienda, y cuando no, de paseo por la calle o de novena en alguna iglesia.
Belarmino besó a su hija con ternura y largueza Luego se la encomendó al aprendiz, dándole de paso una moneda de cinco céntimos: Toma una perrina, para que le compres una cachava de caramelo. Y que sea colorada, porque de ésas le gustan más. Y ya por su cuenta, Belarmino abrió el diccionario y comenzó a tomar notas en un cuadernillo de hule que sacó de la chaqueta.
Son unas botas de don Manolito Cuevas; para un arreglo. Pues no se las arregles si no las paga por adelantado; es un hambrón, que no tiene ni para sardinas rezongó Xuantipa, recobrando su habitual rostro torvo, de Euménide . ¿Cuántos pares te debe? Belarmino no se acordaba con precisión. Lo mismo podían ser quince, que veinte, que veinticinco pares.
Y de aquí, joroba = responsabilidad; un nuevo acto de creación en el cosmos es decir, en el diccionario de Belarmino. Otras palabras le producían únicamente sensación de cualidades físicas.
Palabra del Dia
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