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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Que no ha estado mi falta, amado Belarmino. El caso es que las gentes, nada avezadas a la prosodia francesa, habían convertido el monsieur le cordonnier en monxú Codorniú. Y hasta me han sacado cantares añadió Belarmino. Ya, ya; pero ello no ha estado mi falta. Lo sé.
Estoy decidido a encargarme el calzado fuera de Pilares. ¿Qué le vamos a hacer? Pero este par de botas... murmuró Belarmino, dando vueltas a una de ellas, y descubriendo consternado los desgastes y quebrantos que la bota había padecido por el uso, evidentemente prolijo. Añadió con timidez: Están muy usadas. Por favorecerte, las he puesto un par de veces. Algo más se atrevió a corregir Belarmino.
El menaje profesional de Belarmino se reducía a los más indispensables utensilios de zapatería, de los cuales don Restituto le había hecho graciosa donación: unas pinzas, un rebote de correderas, una gubia, un desborrador americano, un rodillo de picar, un sacabocados, varias leznas y un torno de montar con horma de hierro.
Vete a la cocina con la niña, y ayuda al ama, si hace falta. Alúmbrate con este fósforo. Cuidado. Belarmino se recogió otra vez a meditar, empapado en la tiniebla.
Belarmino dijo para sí: «Pues, señor, no estoy soñando.» Encendió una cerilla, y a poco se cae de espaldas. Tenía ante sí una mole que casi tocaba con el techo. Presto se recobró y se percató de la realidad verdadera.
No hay novela y sí hay novela. La niña es hija legítima de una hermana de Belarmino, mujer infeliz, viuda de recién casada, que murió de sobreparto, dejando ese recuerdo vivo, esa niña. Belarmino se hizo cargo de ella y la crió con biberón. Por eso él dice, y es de las ocasiones contadas en que habla lengua inteligible, que la ama más que como padre: como padre y como madre juntamente.
Por mas profundas que fuesen las convicciones de Belarmino sobre la potestad indirecta, ¿habriais exigido de él, que se expresase en Paris de la misma suerte que en Roma?
Cuando el Estudiantón requirió a Belarmino a que expusiese su sistema, el zapatero replicó con dulce ironía: ¿Y qué es un sistema? Quizás lo que usted llama sistema no es lo que yo llamo sistema. Yo, gracias a Dios, no tengo sistema. Lo que usted quiere decir es postema. Tampoco, gracias a Dios, tengo postema. Bien, bien, Belarmino; confieso que no le entiendo a usted todavía.
Muérete tú de una vez, tontorontaina, adúltero, babayo, antes que nos mates a todos a disgustos chilló una voz mordaz, al tiempo que una mujer, antes joven que vieja y nada fea, con la faz distendida, como una Euménide, penetraba, vestida de huracán y desolación, en aquel círculo que era un cuadrado, e iba a hacer presa sobre Belarmino.
Tal es mi misión: andar, andar de un lado a otro, con una grave responsabilidad sobre los hombros. Ya volvía la espalda el fraile, cuando Belarmino murmuró: Naturalmente, como usted es un dromedario.... El Padre Alesón se volvió de cara, la expresión en entredicho. Hombre, hombre... tartamudeó, con voz deficiente . Eso es ofender.
Palabra del Dia
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