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Actualizado: 27 de junio de 2025
Como antes de penetrar el señor Colignon le anunció, al modo de heraldo, un resplandor rojizo y canicular, Belarmino se apresuró a esconder el libro y el cuadernito de notas. Oh, monsieur le cordonnier!
A ti te pasará lo que a Belarmino, si no afilas la uña y te sacudes la mangana y la sandez. Soy amiga del hablar claro. Despierta o, desde luego, te auguro que terminaréis, Belarmino y tú, en un asilo de caridad.
Belarmino se aplacía en el canto religioso: ne impedias musicam, dice la Escritura. «Quizás Angustias canta también; le habrán enseñado» pensaba Belarmino. Y hacía esfuerzos por desenredar la voz azul de Angustias de entre la madeja polícroma del coro. No, no cantaba Angustias.
Los chicuelos les seguían, a distancia prudente, canturreando: Hoy a la Xuantipa le duele la tripa. Monxú Codorniú, lo pagarás tú. La Xuantipa les arrojaba guijarros. Desparramábanse los pilletes, pero volvían a poco con la cantata. Belarmino caminaba con talante digno y admirable. Así llegaron a la zapatería. En la zapatería aguardaba a Belarmino un caballerete.
Quiere decirse que usted, a pesar de sus ideas contrarias a la Iglesia, no tiene inconveniente en calzar a las personas religiosas. Pero pudiera ocurrir que las personas religiosas tengan inconveniente en dejarse calzar por usted. El fanatismo es reincidente declaró sentencioso Belarmino. ¿Cómo reincidente? preguntó el Padre Alesón.
Belarmino acababa de comprender un ser del diccionario es decir, del mundo sensible , y, por conocerlo, había creado una nueva palabra. Camello, de allí en adelante, significaría para él, ministro de la Corona. Dromedario significaba sacerdote o ministro del Señor, después de un proceso evolutivo semejante.
Y así vegetaba ahora, a la vera de doña Basilisa, siempre unidos, transmitiéndose templadas corrientes de mutuo afecto conyugal, pensando en salvar el alma, y no descuidando ayudar a salvar otras. Padre Alesón dijo don Restituto , ese Belarmino me trae... nos trae muy preocupados. ¿Verdad, Basilisa?
¿Eres Belarmino, o eres un fantasma ilusorio? balbuce Apolonio. Belarmino no rechista ni se mueve.
Ya que el señor Colignon terminó de sahumar el ambiente con aquel copioso rebase de optimismo, Belarmino quedó un punto en suspenso, temeroso de que su interlocutor solicitase por último el significado de la palabra bilateral aplicada al establecimiento de zapatería.
Ya se mueven las filas torpemente, con bastoneo, carraspeos y arrastrar de pies. Belarmino va andando, como siempre: con la cabeza baja, sonriente y ensimismado en su mundo interior. Apolonio, como siempre, ya desde su juventud, anda híspido, enhiesto el cráneo, con lentitud y prestancia pontificales.
Palabra del Dia
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