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Actualizado: 26 de mayo de 2025


¿Quién le hablaba...? ¿Si sería Elissabetta, la cándida amada del cantor? No; era Amparito, el malicioso bebé, que le sonreía, algo confusa y tímida, como si no supiera qué decirle, y un poco más allá, doña Manuela envolviéndolos en la más tierna de sus miradas maternales. Bien sabía hacer las cosas aquella señora.

A pesar de la ley musulmana, Sid'Omar bebe un poco de él, cuando los criados no pueden verlo... Al concluir la comida, pasamos a la habitación de nuestro huésped, donde nos ofrecen dulces, pipas y café... El mueblaje de este dormitorio es sencillísimo: un diván, algunas esteras; al fondo, un gran lecho altísimo sobre el cual hay almohaditas rojas bordadas de oro... Pende de la pared una antigua pintura turca representando las proezas de cierto almirante Hamadí.

Maltrana comenzó a estudiar el bachillerato sin salir del Hospicio. Cada curso fue un motivo de entusiasmo para su protectora y su madre. Premios, matrículas honoríficas, palabras de satisfacción del director, ufano de que el establecimiento incubase tal prodigio. Se bebe los libros decía la Isidra . Yo no de dónde he sacado a este fenómeno. El señor José sólo le veía de tarde en tarde.

En la vida monótona de aquellas pampas la tremenda noticia circuló bien pronto. ¡El ahijado del patrón se comería esa noche, como quien se bebe un vaso de agua, cuatro cisnes y un ganso viejo! Había que ir a verlo comer, esa era la palabra de orden en la estancia y sus alrededores. Llegada la hora, el infeliz Juanillo fue a sentarse, como de costumbre, solo ante la mesa de los amos.

Y disparaba con una risa que le duraba un hora, sin acordarse entonces de nada de lo que le había sucedido en su gobierno; porque sobre el rato y tiempo cuando se come y bebe, poca jurisdición suelen tener los cuidados.

44 y ella me respondiere, Bebe , y también para tus camellos sacaré agua; ésta sea la mujer que aparejó el SE

Graciana debía velar aquella noche por el bebé; la noche anterior había estado de pascana con su Otelo; porque es necesario saber que Graciana estaba fuertemente apasionada del mulato.

Pero dele vuelta me respondió, siempre con los brazos levantados... Me levanté, y con la punta de los dedos, volví el libro para leer el título. Lea me dijo. Leí; Monsieur, Madame et Bebé. ¿Conoce? me preguntó, con una muequita llena de coquetería. ¡Oh! , es un poco antiguo ya le dije.

Indudablemente el artista, que es casi un dios, da á su obra un soplo de vida que no logra hacer que ande y se mueva, pero que le infunde una vida incomprensible y extraña; vida que yo no me explico bien, pero que la siento, sobre todo cuando bebo un poco. ¡Magnífico! exclamaron sus camaradas, bebe y prosigue.

¡Casarnos! ¿y para qué?... Eso es para otros. Quiéreme mucho, niño mío, ámame cuanto puedas... Yo sólo creo en el Amor. Pero bebé, ¿cuándo llegamos a la isla?... Me fatiga estar en este banco, lejos de ti, viendo esos bracitos míos, cómo se cansan de tanto darle a los remos. ¡Un beso!... ¡aunque te enfades! Eso te refrescará.

Palabra del Dia

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