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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Según dice Riccoboni, desde el año de 1620 hubo tal afición en Italia á las comedias españolas, que las traducciones é imitaciones de las obras de Lope de Vega y de sus coetáneos sustituyeron casi por completo en los teatros á las comedias y tragedias originales italianas . El célebre actor de Adone, Marino, dice, en su Elogio fúnebre de Lope, que era costumbre de los empresarios de teatro de Italia y Francia, y para aumentar sus entradas, anunciar en los carteles que la comedia que había de representarse era de Lope de Vega; y que bastaba sólo su nombre para atraer tantos espectadores, que ni bastaba el teatro para contenerlos ni su caja para guardar el dinero .

Al mismo tiempo su ingenio, su carácter socarrón, que procuraba mantener siempre dentro de ciertos límites, despertaba a menudo la alegría en las tertulias; bastaba para darle en ellas cierta significación, que de otro modo no hubiera disfrutado. No tenía más familia que una hija de diez y ocho años llamada Pilar. Su mujer, a quien nadie conoció, había muerto muchos años hacía.

Parecía muerto, sin el menor latido que denunciase su vida interior; pero bastaba un ligero movimiento de mano para que se estremeciese instantáneamente todo él, como un caballo que desea lanzarse á una carrera loca. Prepárese á conocer algo primoroso, Maltranita dijo Castillejo en voz queda, sin volver la cabeza . Presenciará usted una caza nunca vista.

¡Pobre ciudad! no bastaba que hubiese sufrido los horrores del hambre y la anarquía: faltaba aun que la insultasen sus verdugos. ¿Quién vendrá ya á salvarla? ¿quién podrá ya venir siquiera á dulcificar sus postreros instantes de amargura?

Continuaba desencajado, contraído, fuera de . Bastaba ver su semblante para comprender su situación. ¡Mi dinero! ¡mi mujer! Esta era la exclamación que de tiempo en tiempo se escapaba de sus labios.

Por las noches, cuando sentía miedo en la cama, impresionado por la enormidad del salón que le servía de alcoba, le bastaba hacer memoria de la soberana de Bizancio para olvidar inmediatamente sus inquietudes y los mil ruidos extraños del viejo edificio. «¡Doña Constanza!...» Se dormía abrazado á la almohada, como si ésta fuese la cabeza de la basilisa.

Aunque en muy pequeña escala, también podía Frasquito satisfacer otra curiosidad de Obdulia: la curiosidad, o más bien ilusión, de los viajes. No había dado la vuelta al mundo; pero ¡había estado en París! y para un elegante, esto quizás bastaba. ¡París! ¿Y cómo era París?

Huberto y yo nos hemos dicho mentiras muy dulces se decía; pero, él que no se ha atrevido a hablar ¡cómo ha sabido encontrar el camino de mi corazón! Luego juzgó que era demasiado severa con Martholl; en suma no podía reprocharle nada decisivo que hubiese contribuido a la modificación de sus sentimientos. Su admiración por la conducta de Juan ¿bastaba, pues, para hacerla injusta?

Mi padre partió sin ver á mi madre, y al mes recibió en Navarra una carta de mi abuelo, en que le decía que, habiéndose informado lo que bastaba para saber que mi padre era noble, honrado y valiente, y no oponiéndose á ello su hija, podía, si persistía en su pensamiento, volver á recibir las bendiciones. Mi padre no vió por segunda vez á mi madre, sino á los pies del altar.

¿Náa más? decía muy asombrado, y la madre se reía, se reía... ¡Dios mío! ¡De qué manera tan distinta se reía él veinte años después, en medio de sus lágrimas!... ¡Ay! ¡Entonces tenía él seis años, y preciso fue que pasaran otros veinte para hacerle comprender que eran sólo tres en efecto, y que con ellos solos bastaba y sobraba!...

Palabra del Dia

hociquea

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