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Actualizado: 6 de mayo de 2025
En fin, que podía dar juego todavía el programa del sabio Maravillas. El pobre don Adrián no había salido aún de su espanto. Leto, después del desahogo que se había dado a todo su gusto sobre Maravillas y sus defensores, estaba ya tan sereno y en sus quicios ordinarios; a él, a don Claudio, con verle bastaba.
Habló muy quedo y con lentitud cautelosa, como quien teme denunciar su verdadera cavilación. Dijo que el Canónigo acababa de referirle los pormenores del lance con los moriscos. Paréceme exclamó gravemente que te pudiste ahorrar tanto riesgo, tratándose de enemigos villanos, para los cuales con algunos corchetes bastaba.
Ramón la idolatraba como si fuera una santita de madera, le contaba historias preciosas, y le traía del mercado unos juguetes tan chuscos, que bastaba verlos para reírse a carcajadas. Esperábala esa tarde con un saltaperico de retorcidos cuernos y barbas de chivo. Para sorprenderla, lo abrió de repente, pegándose en la nariz con la cabeza del saltaperico.
Y esto no bastaba para un equipo de caballero. Pesóle entonces de no haber tomado una buena cantidad del cofre de hierro; pero al acordarse del cofre, se acordó de que llevaba un tesoro de pedrería en los bolsillos.
No era que él pudiese inspirar una gran pasión: pero cansada de la antigua vida, se había refugiado en sus brazos para siempre y le amaba con un amor en el que entraba por mucho el agradecimiento. Esto le bastaba. No había más que ver cómo le sonreía, cómo salían á su encuentro los brazos blancos y suaves cuando se presentaba inesperadamente en el hotelito de las afueras de Madrid.
Para convencerse de ello, bastaba echar una mirada a su establecimiento, en una sola de cuyas secciones había más capital empleado que el que representaba toda la antigua abacería..., y permítaseme una corta digresión a este propósito.
Tan luego me hospedé, escribí a mi hermano, anunciándole mi próximo regreso; lo cual bastaba para poner término a las investigaciones que se hacían para averiguar mi paradero, y que probablemente traerían ocupado todavía al jefe de policía de Estrelsau.
Hízole mostrar lo que bastaba para dezirme, q. no lo tomase. Con esto ha cessado aquella comodidad. V. Ex.^a me haga md. de mandar que se calle esto hasta q. yo le bese las manos. He buscado en otra casa de religiosos. He hallado en los Bernardinos un religioso q. es El Prouisor de la casa, El principal de la casa, Vassallo de V. Ex.^a natural de Memorancy.
Ved aquí ya, señor, lo que con toda verdad puede llamarse grande, aun puesto á los Reales piés de V. A. y á vuestra vista; para lo que les bastaba al saberse mantener con el nombre de trabajos y fatigas, contra todo el golpe de la dicha, que les ocasiona el haber llegado á vuestra noticia y merecer vuestra atención piadosa.
La limosna no bastaba ni con mucho; en vano se privaba ella hasta de su ordinario alimento, para disimular en casa la escasez; en vano iba con las alpargatas rotas, magullándose los pies. La economía, la sordidez misma, eran ineficaces: no había más remedio que sucumbir y caer diciendo: «Llegué hasta donde pude: lo demás hágalo Dios, si quiere».
Palabra del Dia
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