Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de julio de 2025
Deseosa de llegar antes, abandonó á la vaca y al ternerillo, y las dos bestias siguieron su marcha tranquilamente, como quien no se preocupa de las cosas ajenas y tiene el establo seguro. Pimentó estaba tendido á un lado de su barraca, fumando perezosamente, con la vista fija en tres varitas untadas con liga, puestas al sol, en torno de las cuales revoloteaban algunos pájaros.
Apagábanse lentamente los rumores que habían poblado la noche: el borboteo de las acequias, el murmullo de los cañaverales, los ladridos de los mastines vigilantes. Despertaba la huerta, y sus bostezos eran cada vez más ruidosos. Rodaba el canto del gallo de barraca en barraca.
Como se aproximaba la noche y nada tenía resuelto, fue a pedir consejo al viejo de la barraca inmediata, un carcamal que sólo servía para segar brozas en las sendas, pero de quien se decía que en la juventud había puesto más de dos a pudrir tierra. Le escuchó el viejo con los ojos fijos en el grueso cigarro que liaban sus manos temblorosas cubiertas de caspa.
Siguió adelante por el lóbrego camino, andando silenciosamente, como hombre que conoce el terreno á ciegas y por prudencia desea no llamar la atención. Según se aproximaba á su barraca sentía mayor inquietud. Este era su distrito, pero en él estaban sus más tenaces enemigos.
Sin saber lo que hacía, regresó á la barraca, cogió su escopeta detrás de la puerta, y salió corriendo, mientras instintivamente abría la recámara de su arma para ver si los dos cañones estaban cargados. Batistet se quedó junto al caballo, intentando restañarle la sangre con su pañuelo de la cabeza.
Cuando salió, dejando bien cerrada la barraca, vio a la luz de las estrellas, bajo la higuera, al fuerte vejete ocupado en ponerle el pistón al amigo. Le daría a Sènto la última lección, para que no errase el golpe. Apuntar bien a la boca del horno y tener calma. Cuando se inclinasen buscando el gato en el interior... ¡fuego! Era tan sencillo, que podía hacerlo un chico.
Pimentó no podía retornar contra él, pero tenía amigos. Y dominado por súbito terror, echó á correr, buscando á través de los campos el camino que conducía á su barraca. La vega se estremecía de alarma. Los cuatro tiros en medio de la noche habían puesto en conmoción á todo el contorno.
¿Eran posibles más desgracias?... Sí, aún quedaban otras. En aquella barraca, ni las bestias se libraban de la atmósfera envenenada de odio que parecía flotar sobre su techumbre.
«Las tierras de Barret.... Una familia entera.... Iban á trabajar, á vivir en la barraca. Ella lo había visto.» Pimentó, cazador de pájaros con liga, enemigo del trabajo y terror de la contornada, no pudo conservar su gravedad impasible de gran señor ante tan inesperada noticia. ¡Recontracordóns!...
Después, á la luz del candil, iba y venía por la barraca preparando su viaje á Valencia. La madre la seguía sin verla desde la cama, para hacerle toda clase de indicaciones. Podía llevarse las sobras de la cena; con esto y tres sardinas que encontraría en el vasar tenía bastante. Cuidado con romper la cazuela, como el otro día. ¡Ah!
Palabra del Dia
Otros Mirando