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Actualizado: 11 de mayo de 2025
"Llegó, en fin, la señal esperada, y a un mismo tiempo arrancaron todas cuatro barcas, que no por el agua, sino por el viento parecía que volaban. La que traía por insignia a la Buena Fortuna, cuando estaba desmayada y casi para dejar la empresa, apretó, como decirse suele, los puños, y, deslizándose por un lado, pasó delante de todas.
Llegando, pues, allí ya reformadas Sus barcas y bateles, con gran pio, Torn
Descansaba en ciertas barcas, y fueron innumerables las luces, telones, máquinas, entrebastidores y decoraciones que se emplearon. El coste fué exorbitante y las pérdidas mayores, porque en lo mejor del espectáculo sobrevino una tempestad horrorosa, que destrozó en un instante las máquinas, derribó los pilares, se llevó los telones y puso en grave riesgo á los espectadores .
En la confluencia de los dos rios que forman el rio Securi, las aguas se ensanchan y su hondura es mayor; sin embargo, para poder navegar en grandes barcas, es menester que sean estas de poco fondo.
La popa estaba lisa y en los costados ni una señal del número de filiación y nombre de la matrícula, un ser desconocido que se moría entre aquellas otras barcas orgullosas de sus pomposos nombres, como mueren en el mundo algunos, sin desgarrar el misterio de su vida. Pero el incógnito de la barca sólo era aparente.
Era un patrón de barca: no se había equivocado Ferragut. Hablaba lentamente, como si le preocupase la revelación final, á la que servía de exordio todo lo que estaba diciendo. Los tiempos no son malos. Se gana dinero en el mar: más que nunca. Yo soy de Valencia. Hemos venido tres barcas de allá con vino y arroz.
El Rio Serre nace al norte de Concepcion de Chiquitos, y siguiendo la misma direccion que el rio Verde, se incorpora al Guaporé como veinticinco leguas mas abajo. Es igualmente navegable para barcas de alguna dimension.
El Mediterráneo estaba tranquilo, y una brisa tibia y deliciosa rizaba sus menudas olas, cual si millones de ondinas estuviesen peinando y encrespando suavemente la inmensa cabellera del gigante dormido. Las barcas pescadoras vagaban dispersas, pareciendo de léjos como gaviotas errantes rozando apénas las espumas trasparentes y azulosas que el juego de las ondas producía.
Eran los socorros que llegaban de Valencia; los botes de la Armada, traídos en ferrocarril hasta el límite de la inundación. Iban a llegar a Alcira las autoridades; la presencia de Rafael era indispensable. El mismo Cupido, con repentina gravedad, le aconsejaba salir al encuentro de aquellas barcas. Mientras el barbero recobraba su traje, Rafael se despojó con gran disgusto de su capa de pieles.
Al Paraguay camina aquesta gente En tres barcas, dejando allì el navìo. Una barca, vencida del corriente, Que lleva muy veloz el ancho rio, Perdido el gobernalle, de repente Se vuelca, no bastando poderío Humano
Palabra del Dia
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