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Actualizado: 11 de junio de 2025
El tren se detuvo en Kehl, pequeño lugar compuesto solo de una calle, destinado principalmente á figurar como aduana fronteriza y puesto militar, guardando la cabeza alemana del gran puente de barcas que une la ribera badense del Rin con la francesa.
El espectáculo era admirablemente bello, como era interesante el movimiento del puerto, animado ya por los numerosos grupos de marinos, de mozos de cordel, de mercaderes ambulantes, curiosos desocupados, etc., cuanto por la abundancia de buques anclados en la bahía y de las pequeñas barcas y faluchos de corta navegacion.
Un pueblo apreciable, en la costa más encantadora que se conoce, practica una extraña fiesta: reúnense allí quinientos ó seiscientos atunes para quitarles la vida á todos en un mismo día. En un vasto recinto de barcas, la larga red, la almadraba dividida en varios compartimientos, levantada por cabrestantes, hácelos llegar pausadamente y meter en el cuarto de la muerte.
Esperamos a ver lo que ocurría, los seis hombres en los remos; yo, de pie, en el timón. Una de las barcas pasó; la otra, según dijeron, se perdía. ¡Hala! ¡Fuera! dije yo. Salimos de las puntas. El horizonte se llenaba de nubes negras, cuyas formas cambiaban continuamente; a lo lejos, en el fondo del cielo, cerca del agua, se veía una barra negrísima, cuyo borde superior tenía un tinte cobrizo.
El fraile quiso huir de la isla de perdición, y el rey se lo impidió poniendo embargo a todas las barcas y navíos. Entonces el santo bajó al solitario puerto de Sóller, tendió su manto sobre las olas, montó en él y emprendió el rumbo hacia las costas de Cataluña.
El bizarro y extraño nombre de Socarrao me admiraba algo, y de ello se apercibió el pescador. Son motes, caballero; apodos que aquí tenemos, lo mismo los hombres que las barcas. Es inútil que el cura gaste sus latines con nosotros; aquí quien bautiza de veras es la gente.
Aunque el rio es angosto, su álveo, que por todas partes se halla bien encajonado, es bastante profundo para prestarse en todo tiempo á la navegacion de las grandes barcas, ó de los buques de vapor.
Es una mañana fría, y como ha llovido copiosamente toda la noche, una tras otra van regresando las barcas: todo está empapado, yerto; las ropas de aquellas gentes chorrean. Los tiernos niños también han pasado la noche en el mar. ¿Qué traen? Poca cosa. Sin embargo, se ha salvado la vida. Durante el gran ventarrón, las olas invadían la débil embarcación; la muerte ha mostrado su lívida faz.
La puerta de Triana, que era la más inmediata para dar acceso al puente de barcas y al populoso barrio de la margen derecha del Guadalquivir, era punto de gran tránsito, y por ella se veían casi siempre grupos de viajeros, recuas de los trajinantes, coches de camino, etc., etc.
Elena, tu belleza es para mí como esas barcas niceanas de otro tiempo que sobre una mar profunda llevaban dulcemente al viajero, cansado, hacia su ribera natal. Largo tiempo habituado a errar sobre mares desesperados, tu cabellera de jacinto, tu clásico perfil, tus cantos de náyade me han transportado al corazón de aquella gloria que fué la Grecia, de aquella grandeza que fué Roma.
Palabra del Dia
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