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Actualizado: 22 de junio de 2025
Una... o dos, o tres... El bello mancebo guardó silencio. Al cabo de un momento le preguntó: ¿Tú le conoces? Yo no, ¿y tú? No le he visto nunca: sólo sé que se llama Cosme, y que es barbero. Alejáronse en silencio de la calle y en silencio llegaron hasta casa de Belinchón. A perro puesto se limitó a contestar el indomable Piscis.
Es, pues, el caso que él estuvo quince días en casa muy sosegado, sin dar muestras de querer segundar sus primeros devaneos, en los cuales días pasó graciosísimos cuentos con sus dos compadres el cura y el barbero, sobre que él decía que la cosa de que más necesidad tenía el mundo era de caballeros andantes y de que en él se resucitase la caballería andantesca.
LA JOVEN. ¡Caramba! ¡es bien duro oír calumniar así a un santo varón por un comunero, un masón! MUCHAS VOCES. ¡Un masón! ¡un comunero! ¿dónde está el masón? LA JOVEN. Ya lo oyen señores, él conoce a Pérez, que recibió, por la gracia de Dios, más bastonazos que barbas ha rapado ese barbero hereje en su vida.
Y esto dijo afirmándose en los estribos y calándose el morrión; porque la bacía de barbero, que a su cuenta era el yelmo de Mambrino, llevaba colgado del arzón delantero, hasta adobarla del mal tratamiento que la hicieron los galeotes.
Digo esto porque sepa el señor Bacía que le entiendo. -En verdad, señor don Quijote -dijo el barbero-, que no lo dije por tanto, y así me ayude Dios como fue buena mi intención, y que no debe vuestra merced sentirse. -Si puedo sentirme o no -respondió don Quijote-, yo me lo sé.
UNA JOVEN. ¡Virgen santa! ¿Usted lo ha visto, quizá? ¡qué dicha! semejante suerte no se ha hecho para gentes como nosotros; durante los tres días que el reo ha pasado en capilla, los buenos puestos delante de la reja no eran más que para las grandes damas. Yo soy, pues, una gran dama, porque yo le he visto como veo la bacía de ese barbero de piernas de garza ¡y por mi patrona!...
Era el condiscipulo Juanito Pelaez, el barbero ó favorito de los profesores, pillo y malo como él solo, de mirada picaresca y sonrisa de truhan.
-Pues, ¿éste es el cuento, señor barbero -dijo don Quijote-, que, por venir aquí como de molde, no podía dejar de contarle? ¡Ah, señor rapista, señor rapista, y cuán ciego es aquel que no vee por tela de cedazo!
Esta noche vendrá Jorge Bessieres, el gran republicano francés dijo Juan Pinilla, comunero y republicano. Era Pinilla un hombre de gran talla, casi tan corpulento como el barbero Calleja, pero de más claridad en la mollera.
En cuanto a ti, Ratón Pérez, te has quedado con más narices que un pez espada. Siempre se ha visto contestó el barbero dando tan brusca vuelta a la clavija de su guitarra que saltó la prima que de fuera vendrá quien de casa nos echará. Pero has de saber tú, Romo, que a mí se me da tres pitos. Tal día hará un año; a rey muerto, rey puesto.
Palabra del Dia
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