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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Y él contestaba: Y en Veracruz velado. A ja jai, ¡qué regalo! Su monólogo constante era esta retahila de loro de puerto de mar: ¡A babor! ¡A estribor! ¡Buen viaje! ¡Buen pasaje! ¡Fuego! ¡Hurra, lorito! Yo encontraba en las palabras de aquel pajarraco verde un fondo de ironía que me molestaba.
¡Más todavía, hombre? exclamó Bermúdez, queriendo clavar las uñas en la brazola . Y ¿por qué? Porque voy a preparar la virada, dando mayor andar al barco. Dicho esto, metió la caña a estribor; con lo cual, presentando el Flash mayor superficie al viento, recibió mayor impulso de él; y el festón espumoso que andaba lamiendo por fuera el carel de babor, le echó unas cuantas lengüetadas por adentro.
A veces las olas, saltando por encima de las bordas, inundaban la cubierta. El agua corría por toda ella y salía con fragor de catarata por los canalones de babor y estribor. El viejo Horn, aunque estaba solo sobre cubierta, afrontaba el huracán con serenidad admirable.
A costa de grandes sudores conseguían un ligero balanceo del gran navío que tripulaban y entonces era cuando se creían bogando a toda vela por mares nunca navegados. Germán gritaba: ¡Orza!... ¡a babor, a estribor! ¡hombre al agua!... ¡un tiburón!... Pero tampoco era aquello lo que quería Anita; quería marchar de veras, muy lejos, huyendo de doña Camila.
En tanto, el héroe se consumía tristemente en Vejer viendo sus laureles apolillados y roídos de, y meditaba y discurría a todas horas sobre un tema importante, es decir: que si Córdova, comandante de nuestra escuadra, hubiera mandado orzar a babor en vez de ordenar la maniobra a estribor, los navíos Mejicano, San José, San Nicolás y San Isidro no habrían caído en poder de los ingleses, y el almirante inglés Jerwis habría sido derrotado.
Cuando subimos sobre cubierta se desvanecía en los horizontes del Poniente la luminosa transparencia del día, yendo poco á poco borrándose los contornos de los monstruosos grupos que dibujan en las nubes los últimos destellos del sol. A la tenue y melancólica luz del crepúsculo divisamos á la banda de babor una cenicienta faja. Eran las costas de Tayabas.
El equipaje alternaba las guardias de cuatro en cuatro horas, dividiéndose en guardias de babor y estribor, y Tommy, el grumete, avisaba con campanadas cuando se tenían que renovar los de un lado y los de otro. El capitán no debía de tener mucha confianza en aquella gente, porque había tomado grandes precauciones.
Con la ayuda de estos, navegamos durante unos veinte minutos por aquel caudaloso río embovedado de verdes ramajes, A la banda de babor, y en las cercanías del desagüe del estero de Tabangay, se alza un antiguo torreón, en el que se conserva un castellano llamado á vigilar aquella parte del Estrecho, en el que entramos siguiendo el canal del río.
En su proa y en su popa tenía sendas bombardas, y tres falconetes en cada costado. Estrecho era el barco de babor a estribor, y la longitud de su eslora hacía que hendiese rápidamente las olas a impulso de los treinta remos que llevaba en cada banda. Lorenzo Fréitas no dudó ni un instante de que aquella nave era de corsarios argelinos.
Su capacidad de alimentación sólo era comparable, según Isidro, a la de un náufrago que se salva o a la de un habitante de ciudad sitiada que se rinde después de varios años. Cuarenta generaciones de jornaleros hambrientos comían por su boca. En aquel mismo instante, mirando Ojeda hacia el paseo de babor, vio a Isidro que acababa de abandonar su conversación con las señoras y venía hacia él.
Palabra del Dia
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