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Actualizado: 13 de junio de 2025
El resplandor del astro bañaba sólo dos lados de la galería; espectral claridad que hacía pensar en apariciones. La sombra se ahondaba bajo los arcos temerosamente. Lleno de amorosa incertidumbre, Ramiro no podía pensar sino en Beatriz, y veía su rostro sobre todo lo que miraba.
En un recodo del muro de la puerta que áun se nombra de Albolut, ó el Estandarte, y en el muro gris se apoya del castillo del Romano, esplendente, brilladora, alta la luna en el cielo bañaba una plaza angosta entre el adarve robusto y una torre altiva y roja, que de sus almenas reales ostentaba la corona.
Si mientras el Tuerto estaba á la mar, alguno de sus hijos rompía la olla, ó se comía el pan que estaba en el arcón, ó hacía cualquier diablura propia de su edad, en el balcón le sacudía el polvo su madre, en el balcón le estiraba las orejas y en el balcón le bañaba en sangre la cara.
El mismo Luis Quijada anduvo á pie al lado del Emperador las tres leguas que dura el mal camino. Detuviéronse allí todos bastante tiempo, por las malas noticias que comenzaron á correr acerca de la temperatura de Yuste. En el invierno era castigado de frecuentes lluvias y de frías y densísimas nieblas, y en el verano le bañaba un sol abrasador.
Allá en lo alto se divisaba un puntito de cielo. Entonces, con las pocas fuerzas que le quedaban gritó hasta romperse la garganta. Nadie respondió. Quiso seguir, pero comprendió que ya era inútil. Un sudor frío bañaba su frente. Mirando aquel puntito claro de cielo permaneció largo rato con los ojos muy abiertos. Poco á poco aquel puntito también se fué oscureciendo. La tarde declinaba.
Quedó un momento pensativo con los ojos melancólicamente puestos en el vacío y luego añadió bajando más la voz: Hace algún tiempo fui a visitar a un amigo cuyo padre se había muerto. Estaba sumido en la desesperación: el llanto bañaba sus mejillas. Y no le faltaba motivo.
Fijó entonces sus pupilas, con profunda atención, en el descarnado rostro, y al reparar en la beatitud inefable que bañaba los párpados, comprendió que aquellos ojos hablan contemplado, antes de extinguirse, alguna visión deslumbradora del Paraíso. Dejole caer una flor sobre el pecho, y otra, y otra después...
Así permaneció inmóvil, con los ojos desmesuradamente abiertos en la oscuridad, sin sentir el frío que le penetraba hasta los huesos ni el agua de los chubascos que le bañaba a intervalos la cabeza, no pudiendo determinar si el rumor que le ensordecía y le mareaba era realmente el de las olas o sonaba tan sólo en su cerebro.
Eulalia, arrodillada ante su lecho, bañaba las manos del moribundo con sus lágrimas, y una lámpara, a punto de apagarse, arrojaba una tenue claridad sobre aquella escena de dolor.
Al cabo su lengua se desligó para proponerle tímidamente que siguiesen el camino de la muralla. Soledad no puso reparo alguno, y por una de las bocacalles salieron al Perejil, totalmente desierto á aquellas horas. Era una noche tibia de las postrimerías de Febrero. La luna bañaba ya su punta argentada en el mar preparándose á dormir en su seno.
Palabra del Dia
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