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Actualizado: 27 de junio de 2025
Pero ya antes de esta época, sin estímulo alguno del soberano, hasta poniéndose á veces en oposición con el gobierno, había alcanzado tal altura, que apenas pudo sobrepujarla, á pesar de la ayuda que encontró en hombres eminentes que había encadenado en su corte.
Asunto de unos minutos. Con este perro, necesitaba muchas veces de la ayuda de los cobardones del barrio para llevar a cuestas las reses cogidas.
Llegó, habló á un ayuda de cámara y fué introducido hasta el rey, á quien habían despertado para anunciar á Quevedo, y que había vuelto á dormirse. Es de advertir que el rey estaba en su lecho y convenientemente rebujado. El ayuda de cámara despertó á su majestad. Pronto amanece hoy dijo el rey. Son las tres de la mañana, señor dijo el ayuda de cámara.
¡Basta, hijos míos! Pepe, no te irrites interrumpió don José con acento débil no volverá, yo la suplicaré que no vaya... y preparadme la cena, que tengo mucha necesidad. Cenaron en silencio y Pepe acostó a su padre, sin querer ajena ayuda ni cruzar con nadie la palabra: después se recogieron doña Manuela y Leocadia.
No nos maravillemos de un clérigo ni fraile, porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro tanto, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto.
La mujer lo tiene tonto, y en esto la ayuda el tunantuelo de Urquiola. ¿No sabes la última hazaña de ese pillín?... No la sabrás: todo Bilbao habla de ella, pero á las minas no llegan estas cosas. Y relató á Aresti un suceso digno de la sección de tribunales de un periódico.
La casualidad vino en su ayuda resolviendo el asunto a su placer, cuando menos lo pensaba. Una noche se encontraron en el teatro de la Comedia. Raimundo, que transcurrido el año de luto solía ir de vez en cuando, estaba con su hermana en las butacas. Ella ocupaba un palco bajo frente a ellos.
Y convencido de que lo sublime del propósito no empece a que se adopten los medios más eficaces para llevarlo a feliz remate, resolviose a comunicarlo con su madrina doña Eloisa y a pedirle ayuda. Grande fue el gozo de la buena señora al recibir la confidencia.
Pues ¿qué digestion es la vuestra, que sólo se hace bien contemplando que un semejante vuestro se degrada? ¿Creeis por ventura que no es degradacion para un hombre el hacer oficios de lobo, puesto que ese hombre aulla? ¿No ois los aullidos? ¿Eso os recrea? ¿Eso ayuda vuestra digestion, señores franceses? ¡Así nos recreamos! ¡Ah! Si no teneis más razon que esa, me callo.
Yo sé y tengo para mí que voy encantado, y esto me basta para la seguridad de mi conciencia; que la formaría muy grande si yo pensase que no estaba encantado y me dejase estar en esta jaula, perezoso y cobarde, defraudando el socorro que podría dar a muchos menesterosos y necesitados que de mi ayuda y amparo deben tener a la hora de ahora precisa y estrema necesidad.
Palabra del Dia
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